Olimpiadas filosóficas

105 utopía, inevitablemente provocaremos cambios en el mundo, que pueden estar muy alejados del ideal que estábamos buscando. De esta forma, la búsqueda de la libertad se puede pervertir hasta tal punto que consigamos precisamente lo contrario. En de- finitiva, la utopía y la revolución pueden nacer del anhelo de libertad, pero con esto no basta. El mismo Karl Popper propuso una alternativa al utopismo. Él proponía que los cam- bios de la sociedad debían buscar resolver los males del mundo, y no basarse en un fin último que hay que alcanzar. Su argumento: es mucho más fácil identificar los males que alcanzar una visión común del bien.Y es que, lo que para unos representa el bien, puede resultar la pesadilla del resto. El sueño utópico, al igual que la revolución, corre el peligro de pervertirse. Se puede volver a trazar una comparación con la literatura: Gregor Samsa se despierta un día convertido en un insecto. ¿Se despertará el utopista convertido en un monstruo? Qui- zá lo verdaderamente quimérico es pensar que no necesitamos las utopías, pero si es- tas se olvidan del mundo, los resultados pueden ser verdaderamente funestos, hasta el punto de invertir las pretensiones iniciales y traducirse en regímenes totalitarios. Una posible solución podría ser una utopía pragmática, ese oxímoron. Siguiendo la visión de Karl Popper y deAlbert Camus, debemos preocuparnos por resolver aquellos males que amenacen aquello que es universal a todos: los valores de justicia, libertad, bien.Valores que, en situaciones extremas, todos sabemos que deben ser defendidos. A la pregunta de si las revoluciones y la utopía liberan al ser humano, mi respuesta es que con esto no basta. En ética, los medios deben ser igual de importantes que los fi- nes. Si los métodos contradicen el ideal que se quiere alcanzar, el resultado del sueño utópico (o revolucionario) no es otra cosa que una realidad de pesadilla. TERCER PREMIO Gabriela Rodríguez Galdona IES El Médano, El Médano, Islas Canarias Lo fundamental para entender una cuestión es conocer el significado de las palabras con que se formula, por lo tanto, vamos a comenzar definiendo dos conceptos fun- damentales. Se denomina revolución a un «cambio brusco o radical en la estructura política y social de una sociedad». Por su parte, la utopía es una «idea, ideación o re- presentación de una civilización ideal, fantástica, imaginaria e irrealizable, paralela o alternativa al mundo actual»; es evidente que, tras esta definición, unas de las muchas preguntas que se nos viene a la mente es si la utopía es algo irrealizable: ¿de qué nos sirve? o ¿qué relación existe entre utopía y revolución? Pues bien, pese a que el hecho de que te califiquen de utópico no es un cumplido en esta sociedad actual muerta en cuanto a sueños e imaginación −por no hablar de que te califiquen de revolucionario−, no necesitamos a más gente sensata y cuerda en este mundo. Necesitamos gente so- ñadora y valiente, que haga valiente a la gente que aún no sabe que lo es, y que, por ello, crea sin miedo ni duda alguna que la utopía es el mejor antídoto que libera al ser humano de esta dictadura a la que llamamos realidad, y la revolución, la voz que consi- gue que la utopía deje de ser un antídoto y se convierta en la única realidad.

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