Olimpiadas filosóficas

110 si bien inicialmente no contribuyó a una mejora biológica de la posición de la mujer –aparte de la evidente mejora de la concepción espiritual o ideológica–, posteriormen- te, con las dos olas del feminismo, consiguió resultados evidentes en la mejora de las condiciones de vida de la mujer, aunque estas aún no sean suficientes, al no existir en la sociedad una completa libertad frente a la ideología del patriarcado, especialmente en cuanto al tema de los roles de género. Todos estos cambios, estas revoluciones, han conseguido un progreso, pero no una libertad completa, al estar subordinada a una necesidad tanto ideológica como bioló- gica, siendo la necesidad de libertad mayor en los casos de revoluciones contra mo- narcas déspotas que reducían la vida de su pueblo a la servidumbre, en momentos donde era impensable la soberanía nacional y el hambre era un estilo de vida obligado e impuesto por la miseria. Pero al no ser posible la libertad completa y ser la principal utopía el deseo de trascen- der del ser humano, la libertad se debe entender en un sentido menos estricto, que nos acerca más al concepto de libertad de las revoluciones, que se traduce en un progreso, pues permite mayores opciones de elección y termina con la subordinación a unos regímenes que someten a los ciudadanos a la minoría de edad y una ínfima calidad de vida. La utopía, el «no lugar» deTomás Moro, la sociedad ideal que trato de establecer como necesaria, y que intentaron trasladar de la utopía a la realidad Platón en su República o los denominados por Marx socialistas utópicos, es también la idea primaria que im- pulsa la revolución.Y al ser utopías la salida de la minoría de edad y de la minoría de la calidad de vida, ya que no han tenido lugar en un sentido universal, amplio y colectivo (siendo estos los postulados de la libertad), esto determina que la utopía es igualmen- te necesaria para la obtención de esta, aunque hay que insistir que no lo es en un sen- tido absoluto, al no permitir la salida de la esencia humana, la indeterminación de la misma y todo principio que equivalga a una ausencia de limitación de la libertad, pues este hecho es plenamente utópico. Así pues, la libertad y la utopía se retroalimentan, siendo la revolución la propia retroalimentación. María Bello Garrido IES Fernando Lázaro Carreter, Utrillas, Aragón En primer lugar, el humano está ligado a la utopía totalmente, es un ser soñador. ¿Qué sería un humano sin un anhelo? Quizá, nada. Se necesitan metas para un progreso, y puede que eso no nos libere, que el progreso sean simples ataduras que hacen de nuestra vida algo mucho más complejo. Porque cuantos más avances haya, es claro que también va a haber más problemas que resolver. Igual, a estas alturas, lo acertado sería preguntarse si precisamente lo que nos libera es tener siempre retos, no estancarnos. En ese caso, diríamos que sí, que la utopía nos libera, de una rutina o de una monotonía. Y, ya que la utopía va tan ligada a la revolución −por el simple hecho de que cambiar las cosas depende de que alguien se levante y diga «no»−, el ser humano es capaz de inventar realidades nuevas, y el realizarlas puede ser un método de emancipación,

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