Olimpiadas filosóficas
123 Pero a pesar de la minoría ególatra de la que hemos hablado antes, en nuestro mundo siempre ha habido un pequeño hueco para la revolución. La más importante comenzó en el Renacimiento, donde, gracias a las teorías de Kepler, Copérnico y Galileo, se demostró que el Sol era el verdadero centro de nuestro sistema planetario.Y no solo hubo una revolución científica, también la hubo literaria, artística, filosófica, etc. El hombre se hizo dueño de su destino y pasó a ser medida de todas las cosas, como ya anunció Protágoras en laAntigua Grecia. En un mundo cada vez más globalizado y tecnificado como el nuestro, es fundamental explorar nuestros límites y apostar por cosas que a nuestros ojos nos parecerían impo- sibles de conseguir. Hoy, más que nunca, deberíamos tener presente la siguiente frase: «Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro». Ahora me gustaría hablar de una persona que considero partícipe de la revolución tecnológica de nuestros días. Se llama Elon Musk y probablemente muchos no lo co- nozcan, pero se puede decir que este empresario de origen sudafricano va a cam- biar radicalmente nuestro mundo. Desde muy joven, se interesó por la tecnología y el medioambiente. Hoy se considera el fundador y director ejecutivo de la empresaTesla Motors, con la que comercializa coches 100% eléctricos; Solarcity, con la apuesta por la energía solar, en las ciudades; y Space X, con que el pretende cumplir su ambicioso proyecto de colonizar Marte en el año 2022. ¡Cuántos utópicos han sido tildados a lo largo de la historia de ilusos, de personas que jamás iban a cumplir sus sueños! Musk dice que quien realmente se está limitando es el propio ser humano y que, si se cree algo, hay que luchar encarecidamente por ello. Cuando le preguntaron una vez si renunciaría a sus proyectos por haber tenido varios fracasos consecutivos, él respondió: «No.Yo nunca me rindo, tendría que estar muerto o completamente incapacitado para hacerlo». Por todo esto, considero que necesitamos más personas como Musk. Porque nuestra sociedad no puede quedarse anclada en el conformismo y pensar que alguien lo va a hacer todo por nosotros. Hay que reinventarse y perseguir aquellas ideas que creamos que pueden hacerse realidad. Él expresó una vez este pensamiento: «Creo que es posi- ble para la gente normal elegir ser extraordinaria».Y es que, hace miles de años, nadie hubiera pensado que llegaríamos a la Luna o que conduciríamos coches eléctricos. Nuestros antepasados trabajaron muy duro para lograrlo, así que hagamos lo posible por no estropear ese legado. Actualmente, nuestra civilización se enfrenta a un complejo marco social caracteri- zado por la desigualdad entre hombres y mujeres. Ya va siendo hora de erradicar la- cras como el machismo y la homofobia, y hacer entender, entre otras cosas, que la mujer necesita romper de una vez por todas ese techo de cristal que la imposibilita laboralmente, que los colores no tienen género y que un bisexual no tiene dudas sobre su condición sexual. En resumidas cuentas, permitir que movimientos revolucionarios como el feminismo nos hagan ciudadanos más libres y podamos conseguir esa desea- da igualdad entre hombres y mujeres. En conclusión, tanto la utopía como la revolución liberan al ser humano porque la re- volución permite crecer y mejorar al hombre, mientras que la utopía es el motor que lo impulsa y que sin él no podría vivir. Cuando somos utópicos, estamos siendo realistas, ya que buscamos posibilidades dentro de nuestros límites. Es cuestión de renovarse o morir.
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