Olimpiadas filosóficas
128 los niveles. La metodología combustionada por aquellos moralistas que desempeñan un uso peyorativo del lenguaje, a la hora de imponer su voluntad, no hace más que engendrar y perpetuar una deshumanización que es más y más vigente, tanto en las calles como en las redes sociales, y que, por desgracia, no nos libera: nos hace siervos de los errores pasados.Tropezamos con la misma piedra que ha sido pisada otras ve- ces. Aun así, he de decir que mantengo mi confianza: creo en la libertad del individuo, en su gran poder y capacidad de hacer, a pesar de las circunstancias. Frederick Hayek, uno de los grandes pensadores austriacos, defendía la importancia de tener, en todo momento, el referente utópico e hipotético de la sociedad ideal . Ernst Bloch, por otra parte, sustentaba la importancia de la esperanza que ese susodicho referente es capaz de brindar. Dicho esto, pienso que, honestamente, a través de una cierta fusión, entre ambos pilares, deberíamos obtener el modelo mediante el cual afrontar luego la realidad. Pero, en cualquier caso, nunca con la finalidad de querer otorgar autenticidad a esos esquemas. Dado que toda utopía que termina por emer- ger y tomarse como real converge, inexorablemente, en una distopía. Aldous Huxley y George Orwell ilustraban, de manera brillante, ese mismo caso en sus dos grandes obras literarias. En los tiempos que vivimos todo tiende a la técnica; la tecnología y su avance (ese horizonte de hipotética salvación) son uno de los mayores peligros que nos deparan el futuro. Esto no quiere decir que pretenda categorizarme como tecnófobo; más bien me mantengo reticente a ciertos usos que se están dando, ahora mismo mientras estás leyendo esto, a determinados avances . Al final, solamente nuestra capacidad de asumir aquello que nos deparan los días ve- nideros puede concluir con un resultado. Orwell sostenía que «el poder para cambiar las cosas está en aquel estamento el cual yace sometido»; sin embargo, yo contemplo esa idea con otros ojos. El poder palpita en cada individuo y en su voluntad de hacer . La noción de bondad, en otro orden de ideas, inherente en cada uno de nosotros (ya sea de forma activa o pasiva) puede determinar nuestro camino, ya sea a la perdición nefasta o hacía un futuro mucho más prometedor. El mundo cambiará, para bien o para mal, o, de lo contrario, desaparecerá. Irene MartínezVela IES Fernando Lázaro Carreter, Utrillas, Aragón El término utopía significa, etimológicamente, «un lugar que no existe». De él deriva la palabra eutopía, que era usada para designar «un buen lugar». Por tanto, la utopía es ese lugar que no existe pero que puede llegar a hacerlo, un buen sitio para vivir. Ante esto debemos plantearnos si es posible conseguir algún día la utopía, si es posible alcanzar lo inalcanzable y si esto llega a liberarnos. ¿Es, acaso, una continua paradoja el intentar alcanzar aquello que sabemos que jamás alcanzaremos? ¿Es esa paradoja la que nos ayuda a seguir día a día, la que nos hace levantarnos contra cualquier medida injusta, la que de cierta forma nos puede liberar? Pero, y es aquí donde debo pararme, ¿de qué nos puede liberar si es que algún día lo consigue?
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