Olimpiadas filosóficas

130 poderoso… En el fondo puede resultar irónico.Tenemos miedo a una palabra antes que a un arma o una acción. Al igual que sucede con la utopía, la revolución es solo una ayuda y no podemos vivir únicamente en ella, llegando, incluso, a obsesionarse y pensar solo en eso. Esto quiere decir que no podemos creer que debamos revolucionarnos por todo. No. En ese caso podría desembocar en una anarquía, en una guerra perpetua. Quiero matizar con esto que la revolución es solo un concepto, diez letras cargadas de significado que noso- tros le hemos concedido. ¿Pueden la utopía y la revolución liberarnos alguna vez? Siempre que nosotros que- ramos liberarnos. ¿Son el significado directo de libertad? ¿El medio para alcanzarla? Quién sabe. Puede que desemboquen en libertad. Puede que den lugar a una anarquía, a una guerra, al desastre… Porque el concepto de libertad en tan extenso y depende de tantas variables que no podemos simplemente decir que solo se llega a ella de una manera. No podemos decir con exactitud que la revolución y la utopía, conceptos ínti- mamente unidos, llegan a liberarnos. Pues antes de nada deberíamos pensar qué es libertad y cómo la conseguimos. Por desgracia (o quién sabe si por fortuna) en estos momentos no tenemos las respuestas a esas preguntas. Maria Moyà Ramon IES Berenguer d´Avoia, Inca, Islas Baleares Nada de lo que podamos hacer nos salvará. Esta es la afirmación con la que crecen y han crecido las últimas generaciones. Hoy en día estamos tan acostumbrados a la automatización, a lo inmediato, a lo funcional…, a la alienación y al sonambulismo en general, que generan una falta de pensamiento (considerado, muchas veces, inútil) en la gran mayoría de la acción humana. Así pues, los humanos, cada vez más deshumani- zados, nos hemos convertido en nuestro principal enemigo. De manera que también recae sobre nosotros la tarea de encaminar y de salvar nuestra propia especie de una manera digna, conservando así todos los valores que nos hacen propiamente humanos. Para llevar a cabo todo este proceso de humanización, en lucha contra el progreso que nos está llevando a la barbarie, son necesarias la filosofía, la revolución y la utopía. Con barbarie me refiero a todo aquello que se ha convertido en habitual: el oír música en lugar de escucharla, en ver en lugar de mirar, en gritar o recurrir a la violencia en lugar de pensar, en competir en lugar de cooperar.Todo eso nos lleva a que «el hombre sea el lobo para el hombre», pues la mayoría se ha asentado en un nihilismo pasivo que no hace más que empobrecer nuestra condición humana y banalizar lo que, a los ojos de la moral y de la razón sería un crimen. Ahora bien, ¿por dónde pasa el desarrollo de la moral y de la razón? En primer lugar, pasa por la sociedad y el sistema. Un sistema opresor, fundamentado en una lógica que solo entiende de fines y que, por tanto, degrada la condición humana. En segundo lugar, también pasa por uno mismo, pues es imprescindible reflexionar y cuestionar todo aquello que nos rodea. Así pues, después de detenernos un rato a meditarlo, pro- bablemente lleguemos a la misma conclusión que Albert Camus sobre el sentido de la existencia: simplemente, es absurda. Por tanto, al vivir en un mundo absurdo, sin

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