Olimpiadas filosóficas
142 la Revolución cubana, la independencia de la India, la lucha sufragista feminista, la lucha por los derechos de los afroamericanos en EE. UU. y el Mayo del 68 en París (que cumple este año su 50 aniversario), entre otras muchas. Observamos pues, cómo las revoluciones han conducido al ser humano a la utopía de la libertad; vemos cómo el sueño de una sociedad mejor motiva al ser humano a en- frentarse a la realidad, a cambiar las cosas para alcanzar la libertad. Para concluir, revolucionar es cambiar, es desafiar el orden establecido. Es luchar por lo que se nos ha arrebatado, es derecho y deber de todo aquel capaz de ver los barrotes que nos encarcelan. Es escapar del yugo del neoliberalismo, emanciparnos del patriar- cado y perseguir el bien, la verdad y la justicia.Yo sueño con una utopía, la utopía de la libertad que solo se podrá alcanzar a través de la revolución. No quiero acabar mis días como aquel viejo pájaro, encerrado en su jaula. Quiero dejar este mundo volando, libre. AmayaVizmanos Larráyoz Colegio Sagrado Corazón, Pamplona, Navarra Liberar .Todo ser humano busca precisamente eso: ser libre. Pero, si bien la libertad ha estado muy presente a lo largo de toda nuestra historia, no sabemos definirla. Es más, si nos fijamos bien, podemos comprobar que nuestra manera de concebir la libertad no es la misma que la de los esclavos del comercio colonial, la de los burgueses franceses del siglo xviii o la de los comunistas del xix . E, incluso en la actualidad, vemos que es diferente para cada persona. Ahora bien, si queremos dar respuesta al interrogante planteado, es fundamental dejar claro qué entiendo yo por liberar . En mi cabeza ha surgido una imagen clara: imagínen- se una persona, no importa la edad, hombre o mujer; unas cadenas rodean su cuerpo, impidiendo que se sienta libre, plena. Para liberarse, está claro que debe romper esas cadenas. Podríamos hacernos un sinfín de preguntas: ¿por qué lleva cadenas?, ¿cómo son las cadenas?, ¿quién se las ha puesto?, ¿qué ha hecho para romperlas?, ¿por qué las ha roto?…Y es en este momento cuando entran en juego la utopía y la revolución , dos conceptos profundamente interrelacionados. Fue a partir del siglo xvii , con la obra deTomás Moro, cuando la utopía cobró forma y sentido. Literalmente, quiere decir «no lugar», algo que, a priori , parece no tener senti- do. Cierto poeta posterior la describe un poco mejor, y apunta que lo que quiere decir este término es que «no hay tal lugar». Para profundizar un poco más, tomemos tam- bién la propia definición del Diccionario de la RealAcademia Española (DRAE): «Plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización» o «Re- presentación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano». Al parecer, todas las fuentes inciden en la imposibilidad de alcanzar la utopía. Recuerdan la imagen del inicio, ¿verdad? Porque a partir de ella se desarrolla todo lo demás. Es preciso desvelar que la utopía está muy presente. Cuando la persona deci- dió romper las cadenas, tenía una razón en su interior.Aspiraba a alcanzar un objetivo, un horizonte, una utopía. Era un plan ideal, de muy difícil realización, pero sin duda era una opción mejor que la que ya tenía.Y fue gracias a ese fin, que la persona se hizo con la fuerza necesaria para acabar con aquello que la mantenía presa.
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