Olimpiadas filosóficas

146 PRIMER PREMIO José Javier Ramírez Rodríguez Colegio Heidelberg, Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias Como en todo dilema, debemos decidir principalmente entre dos posturas diametral- mente opuestas. La primera es apoyar una revolución total, en la que los objetivos justifiquen cualquier medio, incluso ejecuciones políticas. La segunda consiste en no llevar a cabo esa revolución para evitar desmanes, aun si ello implica no lograr nada. Naturalmente, hay varias posturas intermedias. La primera es llevar a cabo una revo- lución pacífica, al estilo de la de Gandhi, de simples protestas y acciones no violentas. Se puede también, al menos en los países democráticos, crear partidos políticos que promuevan esos cambios. Otra opción, sobre todo si el país es miembro de alguna unión, es someterse al arbitraje internacional.También es una alternativa, durante el proceso revolucionario, que haya una lista de principios inviolables, y comités que ve- len por su cumplimiento, que prohíban ataques a civiles y no combatientes. En última instancia, dar un periodo de revolución total, prefijado, tras el cual seguiría una amnis- tía total. Hay varios argumentos para llevar a cabo la revolución: • La mayoría de los países donde se llevan a cabo revoluciones son dictatoriales o absolutistas, y no hay forma de promover cambios pacíficamente. • Varias revoluciones, como la Gloriosa, en España, o la revolución china de 1911, aca- baron con relativamente poco derramamiento de sangre. Y lograron conquistas de importancia. • El sacrificio de unos miles de personas puede mejorar la vida de generaciones ente- ras en el futuro. • Los contrarrevolucionarios suelen realizar también provocaciones y represión, por lo que una revolución puede ser la manera de contestarles. • Las revoluciones no son un problema en sí, sino expresión de un desorden y una in- satisfacción previos.Tras ellas vienen periodos de calma y cambio. • La mayoría de las veces hay problemas importantes (guerras, hambrunas) que no pueden esperar inmersos en procesos burocráticos lentos. Las revoluciones son fo- cos centrados en esos problemas. También hay razones por las que no realizar revoluciones: • La violencia es un arma gratuita. Puede ser usada tanto para buenos como malos propósitos y solo debería ser usada como defensa. • Una revolución rompe la convivencia y provoca fracturas que difícilmente ayudarán a resolver problemas. • Si una idea no es lo suficientemente buena para convencer sin coacción, tampoco lo será para aplicarse con éxito. • Usar la violencia para expresar ideas es una injusticia, equivalente a usarla para re- primirlas. En ese caso, los revolucionarios no serían mejores que el gobierno que combaten.

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