Olimpiadas filosóficas

149 El tercer argumento habla de que el fin está por encima de los medios y de que, si el objetivo final es correcto y válido, esto valida de forma inmediata cualquier acción que se vaya a llevar a cabo para hacerlo posible. Todo tipo de reparo o valor moral debe quedar aparcado en pos de un éxito necesario. El objetivo final −la utopía que se per- sigue− tiene su razón de existir en la imposibilidad de hacer uso de estos valores y de la libertad. Ocurrió en la Revolución francesa, frente a un Estado donde, con Luis XVI en el po- der, los derechos y libertades fundamentales no tenían cabida en la sociedad. El fin último de la revolución era una sociedad libre y justa de pleno derecho. La presencia de Luis XVI en el poder era un obstáculo, así como los que se oponían a su muerte. Y ambos, rey y disidentes, fueron eliminados para lograr lo que es ahora Francia. Sus muertes fueron medios que facilitaron un fin, y por eso aquellos que las ejecutaron quedan exentos de toda culpa. En este argumentario, como ya ha quedado claro, priman valores como la objetividad y la tenacidad sobre otros como pueden ser libertad, justicia o el valor intrínseco de la vida humana. A continuación, el argumentario de la segunda opción que prima la integridad y vida del ser humano sobre cualquier otro elemento, sobre todo a cualquier fin u objetivo. El primer argumento habla de la vida humana y de su valor, que supera intrínsecamente a cualquier fin/objetivo. Son los seres humanos −los individuos− los que conforman un grupo, y sin ellos este grupo no puede existir. Es por esto que la primera obligación de este grupo es la de salvaguardar la seguridad e integridad de todos y cada uno de los individuos, ya que, de lo contrario, no hay futuro −ni justo ni injusto− posible. Y, aunque lo hubiera, el valor de la vida humana es más importante que cualquier cosa y este valor nunca puede verse afectado por las decisiones que tome dicho individuo. Puede ser castigado, pero siempre con garantías de un juicio justo y nunca con la posi- bilidad de que su vida corra peligro, ya que nada ni nadie tiene la potestad para decidir sobre la vida del ser humano. El segundo argumento tiene como base que ningún fin alcanzado de forma injusta pue- de durar; es más, un fin alcanzado de forma injusta tendrá su correspondiente final injusto. El fin u objetivo que se busca alcanzar puede ser comparado con el proceso de moldeado de un jarrón: si queremos que este quede liso e impoluto, antes de moldear- lo nos lavaremos las manos y trataremos el proceso con cuidado –mimo, incluso– y sin hacer uso de ningún tipo de fuerza, ya que, de lo contrario, este jarrón (objetivo) se romperá incluso antes de llegar al horno.Y si, por un casual, dicho jarrón sobreviviera a la fuerza bruta, está claro que sería cuestión de tiempo que acabara roto. Es lo mis- mo con los objetivos de las revoluciones: si la propia base está podrida y se tambalea, apenas será necesario un suspiro para que esta caiga, si es que no lo hace por su pro- pio peso.Y el siguiente paso será otro gobierno injusto y tambaleante, ya que sumirá a dicha nación en su ciclo de violencia sin fin. Es por eso que los medios importan y es necesario que estos sean justos y firmes. Tan solo de esta forma serán válidos y estarán legitimados. El tercer argumento habla de las utopías y de su razón de ser: las utopías, como de- cía Eduardo Galeano, no existen para ser alcanzadas, sino para ayudarnos a caminar. MarioVargas Llosa iba más allá, afirmando que las utopías pueden convertirse en un peligro de ser tomadas al pie de la letra, dando a entender que, una vez alcanzada la

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