Olimpiadas filosóficas

155 • Contraargumento: se podría justificar la privación de este derecho en caso de que la persona o las personas juzgadas cometan actos altamente peligrosos y que atenten contra una mayoría. • El segundo argumento sería que, al no castigar ni reprimir a nadie, no se perderían buenas ideas o ideas diferentes.Y no se tendría que recurrir a ejecutores que, como mencioné antes, podrían sufrir consecuencias. No es una justificación de sus actos, pero, muchos soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial que cometie- ron estos actos presionados al final sufrieron ciertas consecuencias. Este comporta- miento se puede ver reflejado en un experimento psicológico llevado a cabo el siglo pasado y repetido hace unos años para un documental. El psicólogo Milgram quiso determinar hasta dónde era capaz de llegar un simple civil a las órdenes de una su- puesta autoridad , en este caso un actor. Participaban dos sujetos, uno como profe- sor y otro como alumno, en habitaciones separadas y sin conocerse previamente; el segundo sujeto (un actor) estaría supuestamente conectado a una máquina de descargas. El profesor (sujeto 1) decía unas palabras, el alumno (sujeto 2) tenía que memorizarlas; si fallaba, recibía una descarga por parte del profesor. El sujeto 2 fa- llaría aposta para hacer que el sujeto 1 administrase la descarga. Se comprobó que más del 50% de los profesores admitiría administrar una descarga letal siguiendo una orden emitida por alguien. • Como contraargumento: si las ideas de estas personas no son correctas respecto a lo que dispone la autoridad, deberían eliminarse, evitando así enfrentamientos u otros males mayores. Sin embargo, estos actos, llevados a cabo por los soldados, no tienen justificación, atentan contra la persona y sus derechos. • Como último argumento: preservar la integridad de las personas es una muestra de libertad de expresión o pensamiento, ya que una sociedad sin libertad de pensa- miento sería una sociedad plana y vacía, y, en cierto modo, las personas inconformis- tas son las que mueven el mundo y hacen avanzar la sociedad. • Y como contraargumento a este argumento: sí, la libertad de expresión es un de- recho, pero ¿cómo saber cuándo está bien usado y cuándo no debemos tolerarlo? Siempre existe la posibilidad de ejercer mal este derecho por no saber emplearlo, o por falta de solidez a la hora de expresarlo. Valores que encontramos en el dilema: Encontramos dos valores éticos enfrentados: ejercer la libertad de expresión respetan- do la integridad física vs aplicar justicia y castigar a los opositores. Y encontramos valores secundarios como: •  Valores sociales: referente a la sociedad, cuanto más se respeten las ideas y más se permita la libertad de expresión, más justa es esa sociedad. •  Valores políticos: en muchas ocasiones, el poder va a ejercer presión sobre el pue- blo.Y eso engendra el enfrentamiento entre dos corrientes políticas distintas. •  Respeto o tolerancia como valores, es decir, respetar y tolerar a los opositores, no perseguirlos y no atentar contra su integridad personal. Conclusión: • Yo optaría por la segunda opción, preservar la integridad de las personas, aunque estoy en desacuerdo con la última parte. ¿Por qué? Muy simple: no reprimir a las per- sonas no tiene por qué negar la posibilidad de un cambio positivo y radical.

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