Olimpiadas filosóficas

156 • Aquí recurrimos a la opción del acuerdo: que las dos partes lleguen a un compromi- so. Para apoyar mi postura me refiero a la independencia de la India: muchos no fue- ron perseguidos y, aunque eran la oposición, los indios consiguieron lo que querían, su independencia, a través de una revolución pacífica y exitosa. A continuación, voy a contraargumentar los contraargumentos a favor del respeto a la integridad: 1. En ningún momento se debería prohibir o privar a nadie de su derecho a la vida, que es un derecho fundamental y básico que, aunque lo sea para mí, para otros no lo es, pero creo que nunca se podría privar de él a nadie. 2. Ninguna idea es no correcta, todas las ideas son válidas, pueden ser mejores o peores. Estas ideas no pueden corregirse (solo con ciertos métodos que considero poco morales y éticos), pero sí pueden perfeccionarse o pulirse. Para esto tendría- mos la educación; aunque en muchos países (como España) no se esté llevando a cabo muy bien, cierto es que existe de todo, pero no todos los educadores son igua- les y no todos hacen bien su trabajo (aunque existen excepciones). 3. Un derecho no se debería usar/ejecutar mal. Los centros educativos deberían pro- mover estos valores y ponerlos en conocimiento. Aunque digo centro educativo, otros organismos también servirían. Por todo esto yo escojo la segunda opción, ya que creo que realizar persecuciones no tiene justificación. Ana Karoline Da Silva Oliveira IES Santa Lucía delTrampal, Alcuéscar, Extremadura Para empezar con este dilema, paso a señalar en primer lugar que nos encontramos con dos puntos de vista bastante diferentes, los cuales plantean si una revolución pue- de llegar a ser justificada o si se debe tener mucho cuidado antes de llegar a actuar. Partiendo de esa aclaración, debo señalar que, desde mi punto de vista, no estaría de acuerdo con justificar una revolución en la cual no se tomarán ciertas medidas a la hora de ponerla en acción; en este caso, podría señalar que no estoy de acuerdo con Hannah Arendt, ya que, para ella, la violencia, o en este caso, la revolución, sí estaría justificada, si con ella conseguimos lo que nos hemos propuesto. Pero, no obstante, en toda revolución se deben tener en cuenta todos los puntos de vista, sobre todo los de las personas que pueden salir perjudicadas. Por otro lado, si a la hora de actuar nos paramos a pensar en las consecuencias que pueden llegar a ocurrir, tal vez así con- seguiríamos que el ser humano cambie su manera de pensar, ya que así nadie saldría perjudicado. Como bien dijo Jean Paul Sartre: «El hombre está condenado a ser libre»; tomemos la decisión que tomemos, el ser humano es el único que puede cambiar su forma de ver las cosas. A continuación, pasaré a señalar argumentos a favor y en con- tra de lo expuesto en el dilema: 1. Toda revolución no está justificada simplemente por el argumento de que solo trae destrucción y nos encamina a algo peor. 2. En cambio, si tenemos en cuenta los derechos del ser humano a la hora de actuar, no llegaríamos a ocasionar tantos errores, y conseguir así lo que uno pretende.

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