Olimpiadas filosóficas
158 Por lo tanto, yo creo que la revolución nos hace avanzar o por lo menos cambiar, pero lo más importante de ella es tener en cuenta por lo que se está luchando, siguiendo siempre unas normas democráticas, aunque es muy difícil armonizar ambas cosas. En caso de tener que elegir una de las dos, optaría por la revolución; primero, porque, al no hacer nada, conseguiríamos un estancamiento que nos llevaría justo a lo contrario, a una involución. Además, en caso de elegir esta opción, solo habría víctimas inocen- tes y las aceptaríamos sin más, y hay que decir también que estas víctimas estarían intentando quitar el poder a unos pocos para dárselo al pueblo. De la otra forma, tam- bién existirían esas víctimas inocentes, cosa que hay que reprochar sin duda alguna, pero se supone que servirían para lograr en un futuro un mundo donde no gobiernen unos pocos y no exista un abuso de poder. Joaquín Macarro Sánchez IESVenancio Blanco, Salamanca, Castilla y León En el texto se menciona el hecho de que se puede perder el control de los aconte- cimientos. Está claro: es inviable convencer a todo el mundo y es inviable controlar a todo el mundo. Luego tú decides si tomar medidas o dejarles que actúen en libre albedrío, y, en tal caso, qué medidas tomar. En todo caso, guillotinazo a todo aquel disconforme. El principal problema de esto, e hilo conductor del texto, es la muerte. Primero, porque presupone que, si no se mata, ya no eres el malo , ni puedes causar ningún perjuicio similar, cuando podrías hacer mucho más daño con torturas que durasen lo incontable. Y segundo, y más importante, porque en este texto se afirma de primeras que morir es malo. ¿Y por qué? Porque la felicidad es lo bueno, y estar vivo es mejor que estar muerto siempre, responden los revolucionarios. Ante esto yo digo que no, que la muerte no tiene por qué ser mala, o no tan mala como, de nuevo, una vida llena de torturas o, por ejemplo, una vida enferma, sufriendo, psi- cológicamente derrotado. Morir no es lo peor que te puede pasar.Y es que los mismos que piensan que la guillotina es lo peor que te puede pasar son los que después esta- rían en contra de la eutanasia. Porque no conciben cosas peores que morir, que dejar de vivir. Dejar de sentir. Dejar de sufrir. De hecho, quizá, si lo que querías era hacer sufrir a Luis XVI, hubiera sufrido más siendo expulsado, y dejándole ver cómo su país lo controlaban otros, sin derecho divi- no como él, y fuera de su alcance.Y es que la muerte, para mí, es un mero trámite. Pero entiendo a los que evitan la muerte, y de igual modo puedo llegar a entender la posición en la que la muerte es lo peor; nunca hay que matar a nadie, e impedir siem- pre que se pueda su muerte, incluso en contra de su voluntad. Pero es que esta gente ve que lo importante, el fin de todo, es la felicidad, y eso solo se puede conseguir por medio de la vida, obviamente; yo pienso que el objetivo de todo es intentar evitar el su- frimiento, estar dolorido, triste lo menos posible.Y ante eso yo digo que, si en un caso la muerte te libera de ese sufrimiento, adelante.También es cierto que tú no eres nadie para decidir sobre la vida o, mejor dicho, sobre la muerte de otro.
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