Olimpiadas filosóficas

159 Ahora bien, esta muerte aplicada a las revoluciones… Pues yo pienso que las revo- luciones siempre son agresivas, ya sea una lucha física, psicológica, quizá judicial… No entro en cómo de buena o qué mentalidad fomentaría cada clase de las citadas en el texto; ni en si una revolución que no vaya con la razón por delante puede ser más o menos buena, por muy subjetiva que pueda y sea una revolución siempre. Hay casos y casos. Pero, de cualquier modo, sí creo que una revolución puede estar justificada, aun persiguiendo y castigando. Pero esta es la respuesta simple. El caso es que, cuando se piensa en persecuciones, castigos y revolución, se rela- cionan con violencia física, atentados, asesinatos. Pero supongamos por un momento que, en una situación de disconformidad social, se quiera promover un cambio. Habría que hacer una revolución. Pensemos entonces que se lleva a cabo sin golpes ni ase- sinatos, simplemente con manifestaciones pacíficas, con mucha presión psicológica por medio de redes sociales o pintadas en muros, pero, sobre todo, con mensajes para hundirlos psicológicamente, criticarlos, quizá incluso con amenazas, aunque siempre sin actos agresivos reales.También con mensajes para manipularlos. Esto, entonces, pienso, sería una revolución.Y sería sin violencia física. Pero sí habría violencia psico- lógica, argumentativa, presión.Y dañarías su integridad, los castigarías, los persegui- rías, aunque sin agresiones físicas. Algunos, los que piensen que hay que hacer todas las revoluciones sin violencia, por- que siempre es posible, lo alabarían alegando que se ha conseguido por medio de la paz, y lo apoyarían. Otros podrían pensar que eso no es una revolución, porque no ha habido un cambio brusco, y no se ha castigado debidamente a los malos, los enemigos de la causa, o que, al hacerlo de esta manera, el nuevo sistema es tan débil que sería muy fácil tumbarlo, por ejemplo, con un mínimo de violencia, como podría ser un golpe de Estado. Ante todas estas posiciones, yo lo único que veo es una revolución más. Agresiva, pero sin agresiones físicas. Pero esto sigue siendo demasiado simple Porque tampoco me importaría, y lo apoyaría si fuera necesario, una revolución con agresiones físicas. Porque sí, matar está mal, y el «ojo por ojo» nunca me ha pareci- do bien. Pero esto no es blanco o negro.Y aquí la violencia física no sería el fin, sino el medio. De nuevo, la muerte como mero trámite para algo mejor. Porque, por muy negativo que sea acabar con vidas sin su consentimiento, estoy seguro de que más de uno dispararía aTrump o a Hitler si hubiera podido. Es más, todos los días, todos nosotros estamos fomentando esclavitud y sufrimiento, e incluso muertes y suicidios, en fábricas textiles en Bangladesh o en minas de coltán en el Congo. Por nuestra cul- pa. Somos los que compramos y provocamos estos hechos. Somos culpables, quizá despreciables ante algunos ojos. Desde esta perspectiva, incluso hacer daño en una revolución no parece tan malo, ¿no?Al menos tiene un fin. Así que, repito, sí, creo que las revoluciones pueden estar justificadas, aunque se per- siga, se castigue o se dañe. Porque esto último siempre va a ocurrir. No es que todo esté justificado, ni que cada uno pueda hacer lo que quiera. No, no pido una anarquía revolucionaria. Pero tampoco podemos pedir que las normas, que ha de haber, las vaya a cumplir todo el mundo. Porque, obviamente, no me imagino cómo al- guien podría pensar en saltarse una norma. Es que es obvio. Las normas no son muros infranqueables, y como tales, serán saltadas. El caos de por sí no es malo. Pero, en una revolución, el orden lo tiene que dar la educación. Para tener un caos organizado.Y es que cualquier revolución, física, psicológica o del tipo que sea, ha de empezar por ahí:

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