Olimpiadas filosóficas
164 A modo de solución, yo propongo una revolución precavida y pacifista, tal vez por eso no conseguiremos nuestros objetivos rápidamente, pero a la larga, presionando y ma- nifestando reiteradamente nuestra opinión, seremos capaces de modificar las cosas, de mejorarlas.Y como ya he dicho antes, no estaría dispuesta a pisotear a otros en el camino ni a cometer los mismos errores contra los que he luchado. No tenemos derecho a pagar nuestra libertad o la justicia con la vida de otros, ya sean opositores o inocentes. Supuestamente la revolución es utópica, pero ¿qué clase de mundo perfecto se construye sobre la crueldad y la violencia?, ¿qué futuro ideal es- peramos derramando sangre? La respuesta es «no existe». Pero no por ello significa que debamos aguantarnos con lo que hay. Si no estamos de acuerdo con algo, lo in- tentamos cambiar. No hay cabida para el miedo y la pereza en este planeta. Podemos y debemos actuar y eso no significa que vaya a ocurrir algo malo. Solo debemos preocu- parnos si hemos luchado de forma incorrecta e injusta.Y como ya he dicho, ¿de verdad estamos dispuestos a sufrir por miedo a lo que pueda pasar?Yo creo que no. Hace poco estaba en clase con una chica que estaba obsesionada con ser la primera en todo, sacar las mejores notas y ser una estudiante ejemplar, algo que es totalmente comprensible. Pero a ella no le bastaba con ser buena, tenía que ser la mejor y, para ello, pisoteaba y dejaba en ridículo a sus compañeros y era borde con ellos. A lo que quiero llegar con esto es a que, si tú tienes un sueño o algo te molesta, lo debes decir y hacer lo posible por cambiarlo, pero siempre con amabilidad, paciencia y de forma pa- cífica. Porque así, cuando lo consigas, te sentirás a gusto y no tendrás remordimientos o motivos para que te juzguen. Sara Porto Puente IESAntonio Fraguas, Santiago de Compostela, Galicia En primer lugar, no se puede pretender alcanzar un acuerdo o aceptación total ni una voluntad social absoluta debido a la variedad entre los individuos y a la existencia de un número determinado de ideologías que no han de ser reconciliables.Tomando como ejemplo la democracia, esta persigue que se cumpla la voluntad de la mayoría (el pue- blo frente a las clases altas: gobierno de las minorías), y sería un pensamiento irreal creer en la existencia de una verdad o sistema unificado que pueda ser aprobado y apoyado por el total de la población. Por otra parte, una revolución implica un enfrentamiento entre algunos de los elemen- tos constituyentes de una sociedad, una desestabilización del sistema, y, por lo tanto, existe, de un modo u otro, un enfrentamiento entre individuos cuyas ideologías son contrarias o implican una opresión de un grupo sobre otro. Por lo tanto, una revolución busca alcanzar un objetivo que supone el interés de la mayoría, y, para poder materializarse, debe estar de hecho secundada por una mayo- ría. Aclarando esto, entiendo que una revolución pretende alcanzar un cambio en la sociedad o sistema (lo que puede implicar destruir y reconstruir) y que, por lo tanto, se busca instaurar un nuevo sistema que esté apoyado por la mayoría (es decir, el in- terés del pueblo o la búsqueda de estabilidad) o una ideología que permita erradicar una injusticia social o discriminación. Así como podemos encontrar en las religiones, como el cristianismo o el islam, la figura del profeta, individuo que consigue unificar o
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