Olimpiadas filosóficas

31 miento es similar al de los comportamientos humanos mecánicos: se les introduce una programación, lo que les permite reaccionar a la información que reciben. Solo que, en lugar de responder para sobrevivir, responden al comando de su programación. Este planteamiento equipara a un cíborg de última generación, construido para inter- pretar la Novena sinfonía con gran virtuosismo, con una batidora diseñada para mez- clar comida de acuerdo con su programación. ¿Nos diferencia, entonces, algo de los robots? Hay que decir que los comportamientos dichos antes son solo mecánicos. En mi opinión, mecánico es aquello que responde automáticamente a un impulso, fuerza o comando. Así, nuestra mano se retira mecá- nicamente del fuego, una rueda gira al aplicársele energía y un robot ejecuta la Novena sinfonía . La diferencia entre los robots y los seres humanos es que detrás de nuestras acciones hay algo más que simples comandos. Las personas, a diferencia de un cíborg, poseen autoconciencia. Esto es, la facultad de saber de sí, de lo que las rodea y de lo que desean hacer. Es la facultad que nos permite tomar decisiones y tener noción de nuestro propio yo , nuestra persona. Así, al contrario que el robot que ciegamente baila o canta al comando de su programador, los seres humanos tenemos la facultad de decidir si hacer o no esa acción. El comando nos lo ponemos nosotros, usando nuestra conciencia. Esto da un grado de libertad alejado de cualquier máquina. No es la calidad de lo que hacemos lo que nos hace superiores a ellos, es el hecho de que nosotros, como indivi- duos, podemos responder de nuestras acciones. Nosotros creamos la acción. Un robot puede resolver operaciones matemáticas más rápido que un ser humano, puede correr más rápido que un ser humano, pero nunca será nada más allá de eso. Todo lo que hace son respuestas a la programación de quien lo ha creado. Mientras que el robot, como entidad, no existe, el humano sí. Mientras que el robot responde, el humano piensa y genera. Usando su propia conciencia, la persona toma decisiones, las crea. La acción viene de su propio pensamiento, no de una programación inconsciente. Por supuesto, el pensamiento puede estar condicionado por elementos que no contro- lamos, como el estado anímico, o las consecuencias de cierta acción.Yo puedo ahora saltar, gritar una frase aleatoria y salir corriendo, pero no lo hago porque no me parece apropiado. ¿Significa eso que no soy libre? No; aunque las consecuencias de mis ac- tos me condicionen, yo soy quien decide llevarlos o no a cabo. Aquí entra el tema de la responsabilidad: como seres dueños de nuestras acciones y conscientes de ellas, tenemos responsabilidad a la hora de acometerlas. Por esto, yo creo que los criterios morales no son aplicables a una máquina: no es libre ni dueña de sus actos. Si yo tomo la decisión de robar, al ser consciente y creadora de ese acto, soy responsable y culpable de ello. Sin embargo, si una máquina diseñada para robar carteras es sorprendida en mitad de la acción, ¿podría culpársela de robar? No, es un ente mecánico que responde a una orden, inconscientemente. El tener autoconciencia y capacidad de autodeterminarnos crea algo más allá de lo pu- ramente físico, crea un ente pensante, individual y libre. En cambio, un mundo poblado de máquinas no sería distinto a un planeta de terremotos, tormentas y explosiones volcánicas. Funcionaría mecánicamente, sin vida consciente, sujeto a leyes que no son las suyas.

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