Olimpiadas filosóficas

32 Tener esta conciencia nos permite existir como individuos, expresarnos y crear a par- tir de este pensamiento propio. Como decía Descartes, pensar te permite ser. Al ser, creas tu camino y respondes por él. Si se diese el caso de que un robot aumentase su intelecto hasta el punto de ser autoconsciente, y pudiese decidir por sí mismo, se le habría de tratar como a un ser humano. Después de todo, no es el ADN lo que nos hace ser lo que somos. Lo que nos hace ser, existir como individuos, es poder decidir al margen de esa programación o rebelarnos contra ella. Gabriel José Carrión Pérez CEC San PedroApóstol, San Pedro del Pinatar, Región de Murcia En la actualidad, las nuevas tecnologías se han convertido en la comida diaria de una mayoría de habitantes del planeta sin estar preparados para ello, sobre todo si avan- zamos más allá de 120 caracteres o nos enredamos en los entresijos de una anárquica exposición de temas que nos llegan a través de medios audiovisuales o informáticos. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? o ¿hacia dónde voy?, interrogantes todos ellos, que marcaron a generaciones anteriores y las iniciaron en la búsqueda de su identidad, a través de filosofías o pensamientos más o menos autorizados, han dejado de tener sentido. Nos estamos convirtiendo en máquinas de triturar conocimientos que no solo no nos hacen más sabios, sino que modifican constantemente nuestra visión de la realidad. Las nuevas tecnologías no buscan el desarrollo de la identidad humana, sino más bien controlarla. En Fedro , uno de los diálogos de Platón, Sócrates compara la escritura con una droga que puede llegar a intoxicar mediante el abuso de la información. Francisco Alonso Fernández, en su libro Las otras drogas , argumenta sobre la televisión: «Con un proce- so de aprendizaje basado en mirar la pantalla, la estructura mental toma una fisonomía distinta a la de los tiempos en que la educación consistía en leer libros y escucharlos». Aunque estas dos opiniones, lejanas entre sí en el tiempo, pueden parecer contradic- torias, no son sino el cauce mediante el cual el tiempo favorece siempre aquella forma de comunicación que surge de la creación del ser humano. Es por ello por lo que, a pesar de la introducción del presente trabajo, no se desea denostar las nuevas tec- nologías, sino enjuiciar la capacidad del ser humano para sumergirse de una manera correcta en las mismas. ¿Quiénes somos en la red? ¿Vamos a perder o ganar identidad con las nuevas tecno- logías? Hace unos años nuestra comunicación básica, al margen del lenguaje, era un sonido chirriante en nuestro entorno que anunciaba una llamada telefónica o la tan esperada carta de algún familiar o amigo lejano. En la actualidad las redes sociales, internet e, incluso, nuestros smartphones nos han abierto un mundo de posibilidades increíbles que, sin embargo, están reorganizando nuestros hábitos, provocando un progresivo aislamiento familiar, un falso acercamiento social, encaminándonos a un ocio solitario o cambiando nuestro entorno económico y laboral. Toda esta reorganización que nos ha llegado con las nuevas tecnologías en apenas unas décadas se ha adelantado a la rapidez con la que el ser humano es capaz de

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