Olimpiadas filosóficas

46 La técnica llegó con el capitalismo, impulsado por la Revolución industrial, a lo que MaxWeber denominó «desencantamiento del mundo», pero parece imposible decir en qué sentido es una bendición o una desgracia. Hay que señalar la diferencia entre usar y abusar de los aparatos electrónicos, evitan- do que el abuso de elementos tecnológicos, como el móvil, sustituya la capacidad de razonamiento de cada uno y el contacto personal. Por ello, pienso que la tecnología nos deshumaniza; con ella las personas se aíslan y poco a poco hacen que los humanos pierdan capacidades intelectuales y emocionales. Estas capacidades son únicas en nuestra especie, es lo que nos diferencia de las demás. ¿Vamos a seguir dejando que la tecnología nos haga involucionar? La globalización y la competitividad agravan este problema e impulsan el bombardeo constante de iconos de belleza que extienden, por ejemplo, la anorexia entre jóvenes del mundo entero, que intentan alcanzar un ideal de belleza creado por la sociedad. Si, según Platón, el cuerpo es materia corruptible, ¿por qué vamos a dedicar más tiempo a definir nuestro cuerpo que nuestra alma? Pienso que deberíamos aprovechar nuestro tiempo para hacer algo verdaderamente beneficioso para nosotros, como alcanzar la buena vida de la que nos habla Aristóte- les, y no perder el tiempo con instrumentos tecnológicos. Cuando crecemos todavía no habita en nosotros el sentido del yo , este se va cons- truyendo a medida que entramos en contacto con nuestro alrededor. La identidad se construye a partir de la conciencia, pero la tecnología cambia por completo la forma de entender y construir la sociedad, las personas y su modo de pensamiento. Ortega y Gasset afirma: «yo soy yo y mi circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo». A todas horas la sociedad intenta influir negativamente en nosotros, intenta contro- larnos a través de la tecnología; el poder tecnológico es una forma de poder social. Además de desigualdad, la tecnología crea problemas como el ciberacoso, fraudes electrónicos, etc. Foucault define el poder como «una relación social, en la que se pro- duce el ejercicio de poder y la resistencia al poder por parte de otro». ¿Deberíamos resistir al poder tecnológico? En el ámbito de la tecnología se han supe- rado barreras consideradas inalcanzables y, por tanto, todo está permitido, pero desde el ámbito de la moral no. La tecnología influye en nosotros, pero debemos reclamar nuestra autonomía como libres pensadores ( sapere aude , atrévete a usar tu propia ra- zón) y alcanzar la mayoría de edad de la que habla Kant, la capacidad de servirnos de nuestro propio entendimiento sin la conducción del otro. Poco a poco se está destruyendo el medioambiente, el poder tecnológico ha puesto en peligro de extinción muchas especies animales o vegetales. Se da más importancia al dinero, a la productividad y a la eficacia, pero me parece increíble que podamos per- mitir esto, creo que nosotros como seres humanos y el medioambiente somos mucho más importantes que todo el dinero del mundo. Se está destruyendo nuestra autono- mía moral, se nos quita libertad y privacidad; aun así, lo consentimos, pues parece que estuviera toda la sociedad adoctrinada y volcada en estos aparatos y en la imagen. Pero ¿acaso esto mejora nuestra vida? Creo que solo mejora a aquellos importantes inversores económicos a quienes les damos parte de nuestro dinero cada día. La sociedad agota y absorbe al individuo, le vacía su subjetividad; según Stuart Mill «hoy los individuos se han convertido en masa». ¿Vamos a dejar que consigan el cuer- po ideal del que habla Foucault? Un cuerpo carente de discurso, vacío de subjetividad y que permite ser manipulado. Si nos preguntásemos en qué ha mejorado la pobreza o el desempleo, nos daríamos cuenta de que la tecnología no ha solucionado nada, de hecho, ha aumentado estos problemas.

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