Olimpiadas filosóficas

49 Además, una persona es un ser único e irrepetible, por lo que posee una identidad propia. Como otros pensadores, Kant, en su obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres, insiste en la separación no excluyente de los términos individuo y per- sona . Según su teoría, aunque la singularidad pueda encontrarse fuera de la especie humana en individuos que no sean necesariamente personas, la individualidad sí que resulta indispensable para ser candidato a la categoría de persona. Así pues, resulta imposible considerar como tal a seres que hayan sido producidos en serie, ya que una persona no puede carecer de personalidad propia, ni compartir una identidad con mil ejemplares del mismo modelo. Sin embargo, en el ámbito jurídico, persona es «cualquier ente habilitado para tener derechos y deberes». En un futuro en el que los robots realicen buena parte de nues- tras tareas no resulta descabellado pensar que puedan convertirse legalmente en portadores de derechos y obligaciones. Ahora bien, habríamos de ser precavidos a la hora de otorgarles derechos: ¿quién sería el responsable civil de los actos de los robots? Posiblemente el dueño, o tal vez la empresa fabricante. ¿Nos limitaríamos a ofrecerles cobertura laboral y a garantizar su seguridad o les permitiríamos participar activamente en nuestra vida política? No pretendo divagar, pero todo esto son asuntos a tener en cuenta si queremos otorgarles derechos y deberes. Actualmente existen organizaciones como la ONG internacional Proyecto Gran Simio, que exige la consi- deración de persona no humana para orangutanes, gorilas y chimpancés. Como habrán podido intuir, esto está estrechamente relacionado con el distanciamiento entre los términos persona y ser humano planteada por Peter Singer, tal y como ilustra esta cita de su libro Una vida ética : «[…] pero no son equivalentes: podría haber personas que no sean humanos.También podría haber seres humanos que no sean personas». En definitiva, aunque no hay razón para negar que les sean concedidos ventajas jurídi- cas y derechos sociales, si no queremos especular subjetivamente, cual escritores de ciencia ficción, sobre lo que el futuro podría depararle a la tecnología, podemos afir- mar que los robots no serán considerados personas, ya que no podrán reunir las con- diciones necesarias, entre las cuales se encuentran el pensamiento independiente, la capacidad de sentir, el libre albedrío y la individualidad, en una palabra: la conciencia. En efecto, ¿cómo podemos pretender dotar de tal cualidad a nuestras criaturas cuando no somos capaces ni de definirla ni de ubicarla en nosotros mismos? Solo el tiempo revelará hasta dónde podemos llegar en nuestra ambición por conver- tirnos en dioses creadores de vida. El principal desafío que se le presenta al futuro desarrollo de la inteligencia artificial no es ya un problema de ingeniería informática o neurobiología, es una pura cuestión de filosofía. Elisabeth Marín Caraballo IES San Isidro, Madrid, Comunidad de Madrid Vivimos, verdaderamente, años de vértigo: nuestro momento histórico es un instan- te en el que la tecnología y su progreso han experimentado un despegue exponencial en cuanto a su desarrollo. Lo que hace años solo figuraba en la ciencia ficción más vanguardista ha devenido nuestra realidad material, pero de nada sirve considerar la tecnología por sí sola sin valorar su efecto en nosotros.Atendamos, por un momento, a

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