Olimpiadas filosóficas

52 continúan avanzando al ritmo actual, estos seres podrían ser nuestros hijos o nuestros nietos. El transhumanismo promete mejoras en la mayoría de los ámbitos de nuestras vidas, facilidades y comodidad; pero no está probado que estas promesas sean algo gene- ralizado, destinado a todos los miembros de la sociedad. Cabe la posibilidad de que el cambio, la evolución, solo esté al alcance de una élite minoritaria, dejando de lado a aquellos que no puedan acceder a ella. Esto crearía una nueva sociedad de clases, que, si bien facilitaría las vidas de unos, convertiría en un infierno las de otros. Los puestos de trabajo serían más exclusivos y destinados a quienes estén suficientemente cuali- ficados, además de que el número de estos se reduciría al implantar de manera gene- ralizada máquinas que trabajarían más que una persona y sin recibir nada a cambio, como si se tratase de otra revolución industrial.También debemos imaginarnos cómo sería la actitud de estos posthumanos con respecto a sus inferiores, los humanos; po- siblemente al no verse afectados de igual manera por los problemas que ya existen actualmente y aquellos que la realidad posthumana haya generado, olvidarían la ne- cesidad de frenarlos, dejando desamparados a los seres humanos frente a problemas como el cambio climático. Es importante destacar que los científicos, filósofos y demás expertos en esta materia nos muestran de forma muy favorable las consecuencias a corto plazo de unir ciencia, tecnología y ser humano; pero, en muchas ocasiones, olvidan las consecuencias de esto a largo plazo. No existen prácticamente dudas de qué pasará de hoy a 20 o 30 años, pero lo que pueda ocurrir más allá es algo que en muchos casos genera insegu- ridad e, incluso, miedo. ¿Cómo evolucionará el mundo? Es muy probable que el futuro sea un lugar donde sea fácil vivir, aunque también puede ser que en algún punto de este desarrollo se cometa algún fallo. Como decía Aristóteles: «No hay que darle un cuchillo a un niño», lo que quiere decir que, si todas estas personas actúan sin con- ciencia u olvidan sus valores, pueden llegar a cometer daños irreparables que traigan consecuencias desastrosas para la humanidad. No es necesario ponerse en una pos- tura tan drástica para descubrir la clase de consecuencias negativas que ese futuro podría acarrear: si dependemos para todo de las máquinas, ¿dónde queda la libertad que nos define como seres humanos? Por otro lado, es una realidad que el transhumanismo promete la creación de un mundo perfecto, sin dolor, un sueño para todos. El transhumanismo pretende erradicar cual- quier tipo de enfermedad y sufrimiento; quiere proporcionar al ser humano las capaci- dades necesarias para la superinteligencia, la superfuerza y la superlongevidad (o, por qué no, la inmortalidad) y darle las claves necesarias para deshacerse de todas sus limitaciones, para que sea capaz de aprovechar todo su potencial, sin barreras ni obs- táculos. Hoy en día ya existen ejemplos bien conocidos de lo que en un futuro ciencia y tecnología serían capaces de hacer por nosotros: pacientes sordos con implantes cocleares que les permiten oír; personas que carecen de alguna parte de su anatomía y que pueden desarrollar más fácilmente su vida con la ayuda de piernas o brazos crea- dos por medio de las nuevas tecnologías; un hombre, por ejemplo, docto en esta mate- ria y firme defensor de las ventajas que proporciona, se ha implantado un chip que le permita ver en color, cuando por sí mismo solo puede ver en blanco y negro. La ciencia también ha sido capaz de crear el mundo globalizado en el cual vivimos hoy en día, ha cambiado nuestra percepción del espacio y el tiempo, encogiéndolos y facilitando así las relaciones entre personas de lados opuestos del planeta. Si hoy en día nos brinda tantos beneficios, ¿qué no será capaz de brindarnos de aquí a 30 años y en adelante?

RkJQdWJsaXNoZXIy OTA4MjI=