Olimpiadas filosóficas

53 Si bien es verdad que una realidad así sería capaz de traer tantas facilidades a nues- tras vidas, por otra parte, necesitamos atender a lo que todas estas facilidades harían con nuestra condición de seres humanos y nuestra cultura. La cultura está formada por todo aquello que el ser humano ha ido creando, aprendiendo, descubriendo, utilizando y necesitando a lo largo de la historia; es uno de los más importantes mecanismos evolutivos y está en constante desarrollo. En una sociedad donde las máquinas ha- cen todo por nosotros, ¿dónde quedaría nuestro interés por aprender, por descubrir y disfrutar la belleza en las cosas simples, por preguntar, por soñar, por inventar, por conocer, etc.?; en definitiva, nuestra cultura, que tanto tiempo nos ha costado formar, se perdería o se vería tremendamente reducida. Por ende, la capacidad de seguir evo- lucionando como humanos sería algo muy complicado de lograr de manera efectiva, y sin que suponga un perjuicio para el mundo. Este, en una realidad donde el ser posthu- mano no tenga una cultura que le haya enseñado a cuidarlo y respetarlo, se vería afec- tado y sufriría daños insalvables, los cuales tratan de evitarse en una sociedad con una cultura rica que pretende proteger nuestro planeta, porque, por el momento, es el único mundo en el cual nos está permitido desarrollar vida. En conclusión, opino que el ser humano no representa el final del proceso de evolución; existirán especies después de este que sean superiores a él, al igual que nosotros lo somos con respecto de nuestros antepasados. Para nosotros es un misterio saber qué pasará en un futuro, porque aún no tenemos ninguna certeza; pero estoy convencida de que existirán estos posthumanos, aunque no serán fruto de la evolución natural del ser humano, ni la de la ciencia y la tecnología como propone el transhumanismo. Esta nueva especie será el resultado de combinar ciencia, tecnología y cultura, la cual es el elemento esencial en la evolución humana; los demás factores deberán ir ligados a ella y complementarla, no suplantarla o desplazarla. Para que el ser humano evolucione no debe perder nunca su identidad humana, su libertad, su cultura, y todo aquello que lo define; porque en ese caso no estaría evolucionando, sino desapareciendo: aquello que el ser humano pasaría a ser no sería en ningún caso superior, más bien algo com- pletamente diferente. Por lo tanto, para que el ser humano siga desarrollándose como tal, cultura, ciencia y tecnología deben ir dadas de la mano, complementarse y avanzar de manera paralela. Ximo Ortuño Chust IES Escultor José Luis Sánchez, Almansa, Castilla-La Mancha La novedad siempre está sometida a juicio, no debe ocurrir lo contrario.Y el caso de las nuevas tecnologías no es una excepción. Parece que, casi sin haberlo percibido, el ser humano se ha visto envuelto de repente en un mundo altamente informatizado donde la instantaneidad y la capacidad de encontrarse conectado priman sobre cual- quier otra cosa, hasta el punto de plantearnos si esto puede suponer el fin del mundo tal y como lo conocemos, el ser humano incluido, para dar paso a un planeta repleto de entes completamente robotizados. Pero antes de centrarnos en utopías (o distopías, quién sabe), debemos detenernos a pensar sobre cómo nos afectan todos estos apa- ratos que se encuentran a la orden del día.Y es que ¿por qué las nuevas tecnologías condicionan la identidad humana?, ¿qué efectos han provocado hasta el día de hoy en

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