Olimpiadas filosóficas

56 Únicamente queda aferrarse a lo irracional mientras todo lo demás se evapora en prin- cipios lógicos. Es la sinrazón, la aleatoriedad, la carencia de un estímulo y la persisten- cia de una, de miles de respuestas o acciones lo que afirmaría al ser libre. Lo irracio- nal es lo que una inteligencia artificial es incapaz de cumplir. Lo que una inteligencia artificial no suple es lo que nos hace libres. Es, en caso de existir, el porque sí lo que negaría la hipótesis de ser cerebros en cubetas, muy en relación con el genio maligno del que habla Descartes. Finalmente, conscientes de que la amplitud de conocimientos sociales-humanísticos y científicos puede hacer posible la sustitución de la mayor parte de las acciones huma- nas por elementos programados, es más que necesario fijar un objetivo hacia el que avanzar. Se trata de la completa sustitución por maquinaria del trabajo humano más tedioso. Toda actividad necesaria para nuestro existir podría ser realizada por esos elementos programados, liberando así al ser humano del trabajo, de su clase social, pues, en esa hipotética sociedad, el trabajo sería innecesario al igual que su remu- neración. Las máquinas nos harán libres. Este hipotético objetivo hará posible el ser por el hecho de ser, la acción sin estímulo, el existir por el hecho de existir. Será esta supuesta libertad la que nos defina y nos cree. Lorena Pastor Iradier IES La Laboral, Lardero, La Rioja Voldemort es uno de los villanos más renombrados de la ficción de hoy en día. Gran enemigo del personaje más famoso creado por la escritora británica J.K. Rowling, Harry Potter, Voldemort es un ser tan temido que todos sus enemigos evitan pronun- ciar su nombre con el fin de no sufrir su ira.Tal y como señala con acierto Jerry Mi- chalski, fundador deThinkTank Rex, un grupo de expertos interesados en la reflexión intelectual sobre distintos asuntos sociales, podemos establecer un claro paralelismo entre lo que sucede conVoldemort en la ficción y el auge de la automatización experi- mentado en los últimos años. En sus mismas palabras: «La automatización esVolde- mort, una terrible fuerza que nadie se atreve a nombrar». La única solución para sobreponerse a este miedo parece ser descubrir la razón, el fin de esta automatización de la vida. Resulta sorprendente descubrir que no se trata sino de un desesperado intento por vencer el mayor miedo que ha afligido siempre al ser humano: el miedo a la muerte. El ser humano vive continuamente condicionado por su final como individuo, por lo que no es de extrañar que, a lo largo de su vida, lleve a cabo una búsqueda constante de algo que le permita sobrevivir a esta muerte igualadora. De esta forma, parece plantearse dentro del pensamiento humano un conflicto que, a primera vista, aparenta no tener solución: o pervivo yo, pero no lo hace mi vida, o pervive mi vida, pero no lo hago yo. En el caso de que decidamos quedarnos con la primera opción, deberemos tratar el tema del alma inmortal. Esto es: la muerte no significaría el fin del individuo, sino más bien la infinita continuación de su mejor parte, la espiritual, el alma, una vez hubiese perecido el cuerpo. De esta forma, nuestro yo perviviría en forma de alma, de espíritu, mientras que nuestra vida material perecería con el cuerpo. Este mismo planteamiento es también trasladable al campo de la automatización; encontramos así la tesis cono-

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