Olimpiadas filosóficas

65 conseguido que lleguemos a las nubes y nos movamos mucho más rápido a distancias mucho más largas. La evolución de la tecnología, paralela a la humana, ha puesto a las personas de hoy en día en una difícil situación debido a la dependencia de cada uno hacia ella. Por ejemplo, si mañana cae internet, una inmensa mayoría de gente lo considerará una hecatombe, por no decir que lo será. Esto pone en la cabeza de los filósofos preguntas y posiciones como el transhumanismo, como el preguntarse los límites de la moral humana y de la inteligencia artificial, como pensar si nos superarán las máquinas, y hoy aquí reflexio- naremos acerca de qué ocurrirá con la identidad humana frente a la tecnología. Dejadme, primero de todo, que aclare ciertas premisas para esclarecer mi punto de vista sobre lo que puede ocurrir con la identidad humana, observando el avance expo- nencial de la tecnología: 1. Como John Searle defiende en su libro El problema de la conciencia , las máquinas pueden pensar, pues esta actividad es simple y llanamente computar, es decir, dar unos datos de salida recibiendo unos de entrada y siguiendo unas instrucciones (por ejemplo, 2 + 2 = 4). 2. Aquello que las máquinas no pueden hacer o, mejor dicho, no pueden tener, es con- ciencia. Esto se debe a que las máquinas son construcciones del ser humano ca- paces de hacer simulaciones y de llevar a cabo ciertas tareas (es decir, capaces de computar), algo así como una imitación de nosotros. Hemos conseguido esto gra- cias a que conocemos cómo pensamos: sabemos que el ser humano recibe datos de entrada y da unos de salida, sin embargo, aquello que hace que sepamos qué esta- mos pensando o qué es lo que estamos haciendo es la conciencia. Para Searle, esta es creada por actividad neuronal, de la misma manera que las moléculas sólidas de H 2 O con su comportamiento crean el estado de líquido del agua, las neuronas con el suyo crean la conciencia. Pues bien, al no conocer con exactitud el cerebro y cómo se crea en este la conciencia, no podemos imitar el proceso, por lo que no podemos crear una máquina consciente, por mucho que piense. Es decir, una máquina piensa, pero no es consciente de lo que piensa y de lo que hace. Esto se explica en el libro de Seale con el ejemplo de la Habitación China: una persona que no sabe chino se encuentra encerrada en una habitación en la cual hay una puerta por la que recibe símbolos chinos y hay otra puerta por la cual ha de dar una respuesta siguiendo unas instrucciones. La persona en cuestión no podrá entender lo que hace o la res- puesta que da, pero realiza la actividad porque sigue unas instrucciones. Habiendo aclarado dichos conceptos, me falta por decir que considero las máquinas como la tecnología más avanzada (ya que pueden pensar) y, por tanto, la que más lejos puede llegar y la que más puede acercarse al humano, descartando, por ende, cual- quier otra tecnología, ya que sería aquella la única que afecta más a la identidad huma- na, siendo las otras meras herramientas. Para poder proseguir, dejadme aclarar una última cosa, son tan solo tres definiciones: 1. Identidad humana: es aquello que hace único y diferente al ser humano de otras especies. Es la causa, sobre todo, del nivel evolutivo en el que nos encontramos (un ser superior evolutivamente), que nos permite desarrollar tareas avanzadas de re- lación (sociedad), comportamiento (moral), etc. La identidad humana es intrínseca a nuestra conciencia.

RkJQdWJsaXNoZXIy OTA4MjI=