Olimpiadas filosóficas

70 PRIMER PREMIO AlbertoValenciano García IESAtenea, San Sebastián de los Reyes, Comunidad de Madrid Es curioso que el dilema hable del punto de vista de los filósofos y no de la opinión de la comunidad científica. Por tanto, podemos asumir que este fármaco, si bien puede tener efectos negativos para las personas que lo consuman, no afectará a su integri- dad física. Así que debemos situarnos en un concepto social, en el que tendremos que analizar las relaciones sociales y el valor y el sentido que les damos. Las dos primeras opciones con las que contamos son prohibir o no prohibir el fármaco, opciones directas e inquisitivas. No obstante, nuestra sociedad podría valerse de los médicos o psicólogos para que receten (y de esta forma regulen) el uso de pastillas en determinadas situaciones. Podrían también reducir el efecto de las pastillas para evitar enamoramientos esporádicos. Una forma de evitar la manipulación de personas sería comercializar fármacos que actuasen como vacunas y anulasen los efectos del fármaco del amor. Una vez expuestas las opciones se podrían llegar a tomar, siguen prevaleciendo dos grandes alternativas: ¿debe prohibirse el uso de estas pastillas o no? Los argumentos que podríamos usar para defender la comercialización de estos fár- macos son: • Al mejorar la vida en pareja, se producirían menos depresiones por rupturas, infelici- dad… De ser así, se dependería menos de medicamentos como antidepresivos (que, normalmente, la población consume en tiempos de crisis emocionales). • Habría menos divorcios y muchos menores no se verían afectados por estas situa- ciones que pueden resultar muy perjudiciales para el correcto desarrollo de los hijos y las hijas. • Con más calidad en la relación se evitarían conflictos domésticos, los cuales desem- bocan en múltiples ocasiones en violencia o, incluso, asesinatos. • Todo avance científico implica progreso, y si se ha conseguido desarrollar un fár- maco que implica beneficios emocionales y no tiene consecuencias negativas para quien lo ingiere, no debe prohibirse. • Es la razón y la libertad de cada persona la que debe prevalecer en la toma de este medicamento o en su rechazo. Por consiguiente, no debería prohibirse a la gente que desea tomarlo. No obstante, podemos hallar otros argumentos para refutar la idea de no prohibir los fármacos: • No es necesaria la introducción de hormonas y otros agentes externos para desarro- llar una fuerte relación de pareja. Sin embargo, sí se utilizan hormonas para contro- lar otros procesos biológicos, como la menstruación. Así que, ¿por qué no emplear- las para mejorar la sociedad? • Podría dar lugar a situaciones de acoso o control a la pareja, donde el abusador obli- gue a tomar la pastilla a la persona maltratada que quiere poner fin a la relación. • Podría afectar tanto a la sociedad que esta dejase de comprender el amor de pareja sin estos fármacos, lo cual supondría una pérdida de humanidad en las relaciones.

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