Olimpiadas filosóficas

74 vez no amemos de forma perfecta, pero esa imperfección forma parte de la esencia humana. El afán de querer siempre más y de querer superarnos se nos está yendo de las manos. Por otra parte, aunque este fármaco nos asegure relaciones duraderas, no nos asegura que vayan a ser verdaderas, ya que tomar un medicamento que te revolucione hormo- nalmente y te cree una falsa sensación de estar enamorado, no es amar a una persona, y para amar sin ningún valor de autenticidad, mejor no amar. También, la necesidad de querer tener relaciones duraderas que sean para toda la vida nos lleva a plantearnos el miedo innato a la soledad del ser humano y como este bus- ca continuamente a través de la tecnología cubrir y satisfacer este deseo, como, por ejemplo, a través de las redes sociales. Bien es cierto que algunos filósofos, como Steve Fuller, creen que el hecho de ser tan precavidos ante los nuevos avances que nos harían superiores frena el desarro- llo de la sociedad y la tecnología, ya que quien no arriesga no gana. Sin embargo, la naturaleza y la esencia humanas se encuentran por encima de todas las cosas, y dentro de esta esencia se encuentran nuestras pasiones, equivocaciones, imperfec- ciones, instintos, etc. ¿Para qué queremos dominar sobre nosotros mismos? Es algo irracional e incongruente y que, además, afecta a nuestra autonomía o racionalidad moral, ya que en esta era de revoluciones tecnológicas no sabemos distinguir entre lo moral e inmoral, entre lo que está bien y está mal. Está claro que una nueva etapa transhumanista se acerca, y pronto, como propios transhumanos, dominaremos so- bre nuestra parte dionisiaca. Sin embargo, cuando este momento llegue, la especie humana como tal habrá acabado, puesto que habremos destruido nuestra propia esencia. Asimismo, este fármaco atenta contra nuestra dignidad como individuos, puesto que nos estamos utilizando a nosotros mismos como un medio para llegar a un fin que, para más confusión, siquiera aún está claro. En conclusión, por las razones mencionadas anteriormente, no legalizaría el consumo de este fármaco. Debemos tener una visión más amplia del futuro y establecer, al me- nos, una ética de la responsabilidad que nos permita obtener lo mejor de ambas partes sin que nadie salga perjudicado. Sin embargo, en los tiempos que corren, la tecnología avanza demasiado rápido, pero nuestra sabiduría se va quedando atrás, y esto es algo sumamente peligroso. TERCER PREMIO María PiñeiroVarela Colexio Fingoi, Lugo, Galicia Este dilema presenta un nuevo medicamento, el fármaco del amor , que pretende me- jorar las relaciones de las parejas suministrando ciertas hormonas, pero no todos los filósofos están a favor de su uso, pues piensan que sería catastrófico para la sociedad. Entonces, ¿deberían ser empleados estos fármacos? A las personas implicadas se les presentan varias opciones:

RkJQdWJsaXNoZXIy OTA4MjI=