Olimpiadas filosóficas

86 separación, de culpa por haber dejado marchar a alguien o de angustia al no poder estar junto a la persona que quieres son tan humanos como la felicidad y, aunque tris- tes, nos pueden ayudar a mejorar como individuos. Erradicarlos en pos de una falsa felicidad es inaceptable, aún más teniendo en cuenta que la libertad es nuestro dere- cho y valor fundamental, que se encuentra incluso por encima de la vida en numerosas ocasiones, como ocurría con aquellos esclavos que preferían morir luchando por su libertad que seguir viviendo bajo el yugo de la esclavitud. Así, nuestra libertad, y la humanidad que nos confieren, entre otros, algunos sentimientos dolorosos asociados al amor, son algo mucho más importante que una felicidad artificial, que nos privaría de esos sentimientos.Y eso sin tener en cuenta el dominio que ciertas personas po- derosas podrían llegar a ejercer sobre la sociedad. Por ejemplo, si deseasen despe- dir a alguien sin tener que preocuparse de los trámites legales, podrían simplemente conseguir que su pareja tuviese que mudarse a un sitio donde no existiese una sucur- sal de la empresa y, así, el enamorado, por medio de los fármacos, movido por su amor incondicional pero artificial hacia su pareja, se trasladaría con ella dejando el trabajo por decisión propia. En conclusión, la legalización de esos medicamentos supondría un error. No solamente por la privación de algo tan importante como la libertad, sino también por las terribles consecuencias que podría desencadenar. Una vez sin libertad interna, la sociedad se convertiría en una máquina de fácil control y perdería la variedad, las diferentes ideas y la capacidad de progreso, quedando a merced de unos pocos y sin posibilidad algu- na de cambio o mejora. Además, restringiendo algunos sentimientos para dejar solo la felicidad, estaríamos perdiendo nuestra humanidad. Y es que, gracias a esos sen- timientos de dolor, tristeza, angustia… además de otros muchos no necesariamente negativos, somos capaces de razonar y de corregir nuestros errores para convertirnos en mejores personas y hacer que avance nuestro conocimiento. Estos fármacos no suponen una solución a nuestra ansia de amor eterno, sino una limitación a nuestra humanidad y nuestra libertad. No son una fuente de felicidad,sino un artificio que nos privaría de albedrío a cambio de un sentimiento artificial. Más que un progreso, su aplicación puede suponer retroceder pasos de gigante en la his- toria y condenarnos a un futuro incierto y poco esperanzador.Y es que nunca debemos perder nuestra libertad ni nuestra humanidad, ya que son nuestra bendición y nuestra herramienta para un desarrollo que nos permita llegar a un futuro mejor. Jorge García Inglés IES La Basílica, Algezares, Región de Murcia Esta pregunta no es nueva, mucha gente de distintas épocas se la ha planteado ya. Sin embargo, esta vez hay una diferencia, la supuesta pócima del amor existe y no sería muy difícil desarrollarla. Sin embargo, no creo que esta sustancia pueda enamorar a dos personas locamente y mantenerlas juntas para siempre (en cuyo caso no se de- bería legalizar de ningún modo, ya que haría demasiado sencillo el desposeer a una persona de su voluntad); simplemente, crea una leve sensación de enamoramiento. Si se legalizase podría salvar muchas relaciones, haciendo feliz a mucha gente, pero también entrañaría el peligro de ser usada con intenciones de dudosa moralidad. Por

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