Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

111 • “Debería haber adivinado su ternura detrás de sus pobres artimañas”. • Hay que saber alegrarse con ella: “ Esa historia de garras, que me había irritado tanto, debería haberme enternecido... ". Nos invita, con ello, a no escuchar de manera epidérmica lo que trasmite el alumnado a través de sus palabras, quedándonos solo con su significado; sino ir a lo hondo para percibir su sentir, “auscultando” su sentido por debajo de lo que dice. La imagen sería la de poner nuestro oído pegado a su corazón para atender su latir emocional y “beber” de sus sentidos y no de sus palabras. De hecho, podríamos ejercitar esta acción cuando un alumno/a exprese algo hiriente o molesto hacia nosotros, y decirle: “espera, déjame escuchar tu corazón”, y pegar nuestra oreja a su pecho (con la mascarilla puesta). Se trataría de desarrollar lo que podríamos denominar una escucha compasiva , desarrollando las tres consignas que nos sugiere el Principito: • Valorar lo que hace, no lo que dice. • Adivinar su ternura debajo de su comportamiento. • Alegrarnos con su ternura, en lugar de centrarnos en sus garras. Sugerimos, a modo de ejemplo, algunos ejercicios para entrenar nuestra capacidad de compasión, extraídos del libro de Paul Gilbert “ La mente compasiva ”. Ejercicio 1 Empieza por intentar recordar a alguien que fuera cariñoso, amable y bueno contigo. Intenta imaginar un suceso específico y entonces céntrate en los detalles, ¿qué estaba pasando? No elijas algo que fuera muy angustiante para ti, porque entonces tu atención se centrará en las molestias que te causaron las dificultades que viviste. El objetivo de este ejercicio es recuperar lo que sentiste cuando experimentaste la bondad de otro. De modo que concéntrate en las expresiones faciales amables, en su tono de voz y en su disposición general. Concéntrate en cuantos detalles específicos puedas recordar. ¿Qué sensaciones recibes? ¿Notabas que provenían de una persona buena? Explora tus sentimientos al recibir bondad. ¿Puedes notarlos en el cuerpo? Ahora vamos a concentrarnos en la compasión como algo que “surge del yo” y fluye hacia afuera. Recuerda un momento o momentos en los que hayas sentido ternura y cariño por otra persona (adulto, niño o, incluso, un animal) que sentía angustia. De nuevo, no rememores momentos en los que estabas intentando ayudar a alguien con mucha angustia causada por problemas, traumas o accidentes, o si tú estabas experimentando una ansiedad exacerbada o la sensación de “tener que rescatarlo”. Si lo haces, podrías recordar el sentimiento de alarma o inseguridad sobre el hecho no ser capaz de ayudar a ese individuo o sentirte molesto por sus problemas.

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