Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

112 Lo que queremos evocar no es la angustia del otro, sino los sentimientos de amabilidad, comprensión y bondad. Así que es mejor empezar con sentimientos amables en los que queremos el bienestar de los demás. Lo importante aquí es la amabilidad y la bondad que fluyen de ti hacia la otra persona. Así que, una vez más, empieza con el ritmo de respiración relajante, cierra los ojos o baja la mirada e intenta de verdad recordar los detalles sensoriales. ¿Qué estaba pasando? Si pudieras verte a ti mismo, ¿cuál sería tu aspecto? ¿Cómo te sentías? ¿Cuál era tu tono de voz? ¿Y las expresiones de tu rostro? Fíjate en si les sucede alguna cosa a tus sentimientos o sentidos corporales. No te preocupes si no pasa nada, sencillamente es interesante captar si algo sucede. Reconoce estos recuerdos y la sensación cuando te concentras en la amabilidad y la bondad hacia los demás. Concluiremos consolidando un procedimiento para experimentar la compasión. Pon la mano derecha a unos dos centímetros de tu pecho sobre el corazón, es decir, cerca, pero sin llegar a tocarlo. Imagina que la compasión fluye en ti y en esta zona mediante la mano. Nota si sientes calor. Mantén un ritmo de respiración relajante mientras llevas a cabo el ejercicio. A algunas personas les gusta asociar un color con la compasión, así que tú también puedes imaginar un color compasivo fluyendo por la zona de tu corazón relajándote y curándote. Ejercicio 2 Este ejercicio está pensado para ayudar a construir una imagen compasiva. Cualquier imagen que te venga a la mente o con la que elijas trabajar es tu creación y, por lo tanto, tu propio ideal personal; lo que de verdad te gustaría experimentar del hecho de que se preocupen por ti, te cuiden, te comprendan, te apoyen y te animen. En esta práctica es importante que intentes dar ciertas cualidades a tu imagen, incluidas: sabiduría, fuerza, amabilidad y ausencia de juicio. De modo que a medida que avances piensa en estas cualidades e imagina a una persona: su aspecto, su tacto y cómo sonaría su manera de hablar. Empieza concentrándote en tu respiración, encuentra tu ritmo relajante y esboza media sonrisa. Después deja que las figuras surjan en tu mente lo mejor que puedas. No te fuerces, si no te viene nada a la mente o si esta deambula, limítate a volver a la práctica de tu respiración y practica la aceptación compasiva. Aquí tienes algunas preguntas que pueden ayudarte: • Te gustaría que la imagen que va a cuidarte tenga un aspecto: ¿joven o vieja?, ¿hombre o mujer?, ¿humano o no humano? (p. ej., un animal, el mar o luz) • ¿Qué colores y sonidos están asociados con las cualidades de sabiduría, fuerza, amabilidad y ausencia de juicio? • ¿Cómo quieres que tu imagen compasiva ideal se relacione contigo? • ¿Cómo quieres relacionarte con tu imagen compasiva ideal?

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