Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

118 o molestia, la localizo y con la respiración la voy liberando, y regreso mi cuerpo a la posición de centramiento. A continuación, observo mi rostro, la sensación de entrecejo y de los ojos, genero movimientos aleatorios hasta que los sienta más relajados. Atiendo a mi mandíbula hasta que se quede completamente suelta, puedo hacer movimientos circulares con la boca para relajar la cara. Y, por último, realizo una respiración “sin prisa y con pausa”, tomamos consciencia de cómo nos sentimos, y continuamos estando presentes. Esta actividad se puede realizar teniendo en cuenta todas las zonas de nuestro cuerpo o bien localizar la observación y la atención sobre una zona específica que consideramos nos ayuda a estar en presencia. Además, si contamos con menos tiempo, podemos realizar la actividad, por ejemplo, con las manos y brazos. Respiramos y observamos nuestros dedos y su tensión, los estiramos y encogemos de forma consciente, percibimos nuestras sensaciones y emociones. Y, luego, lo mismo con nuestros brazos. Si lo consideramos, realizamos más estiramientos para liberar molestias, inquietudes, preocupaciones, estrés y poder estar presente para nuestro alumnado. Respiramos nuevamente y volvemos a percibir nuevas sensaciones. 2) Pautas para la escucha emocional • Percibir su emocionalidad, desde su lenguaje verbal hasta sus expresiones corporales: se trata de observar el tono de voz de nuestro alumnado, su inflexión y su volumen. Observar su rostro. MIEDO RABIA TRSTEZA ALEGRÍA APERTURA DE LOS OJOS Abiertos, amplios Semi-cerrados Semi-cerrados Semi-cerrados CEJAS Levantadas y tensas Ceño fruncido Esquinas internas levantadas Levemente bajadas MIRADA Desenfocada y en movimiento Enfocada y tensa Desenfocada, hacia abajo Enfocada y variada BOCA Abierta vertical y tensa Mandíbula apretada Semi-cerrada, comisuras abajo Abierta lateral, comisuras arriba • Generar confianza: aceptar de forma incondicional la emocionalidad de nuestro alumnado. Esto no quiere decir que justifiquemos su comportamiento, en el caso de que sea inadecuado. Se trata de comprender sus emociones sin juzgarlas, respetarlas y valorarlas, sus emociones son legítimas; aunque establezcamos límites a sus comportamientos, si son dañinos.

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