Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

126 DESARROLLO: La metáforavida está estructurada en dos sesiones, que se pueden realizar de forma separada o, si hay margen para ello, de manera continuada. Primera sesión 1) Introducción El docente introducirá la actividad preguntando al alumnado cuál es el contenido de sus mochilas. Una vez haya hecho un breve recorrido de aquellos objetos que portan en sus maletas, indicará que en ellas hay otras cosas que traemos al cole pero que son inmateriales y que solo las podemos ver con los “ojos del corazón”. Y le trasladará al alumnado el interrogante: ¿cuáles creen ustedes que son esos objetos invisibles? En función de las respuestas el/la maestro/a irá orientando el debate hacia la conclusión de que en nuestras mochilas también vienen nuestras emociones. A partir de aquí explicará el siguiente paralelismo: nuestras mochilas son una extensión de nosotros mismos/as, de hecho, cada uno/a ha hecho suya a su mochila, la ha decorado o adaptado a su gusto y de alguna manera nos representan. Podríamos diferenciar nuestra mochila de todas las demás de nuestra clase, aunque fuese el mismo modelo. Sobre todo, si miramos su interior, ¿verdad? Por tanto, podríamos concluir que nuestras mochilas nos representan a nosotros mismos, son un reflejo de nuestra personalidad. Por eso, además de servirnos para transportar las cosas que llevamos al cole, también pueden contener aspectos personales, aspectos íntimos, tanto objetos materiales que tienen un valor especial (un juguete, un talismán, una foto...), como, también, características de nuestra forma de ser, recuerdos especiales, emociones..., que no se pueden ver, pero se pueden sentir. Pues bien, vamos a realizar una actividad que nos servirá para mirar con los ojos del corazón el contenido invisible de nuestras mochilas. Concretamente, vamos a localizar en ellas qué emociones están en su interior. En particular, descubriremos las emociones con las que hemos llenado nuestras maletas como consecuencia de estar viviendo esta situación especial del COVID-19. Esas emociones pueden estar ahí porque las hemos experimentado en cualquiera de los momentos por los que hemos pasado durante todo este tiempo en el que el virus ha estado y sigue estando entre nosotros: desde que nos confinamos en casa, pasando a cuando empezamos a salir a la calle pero sin poder ir al colegio, las vacaciones, hasta ahora mismo que hemos comenzado el curso.

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