Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

127 2) Dinámica de visualización Así que ahora nos sentamos con la espalda bien pegada al respaldo de la silla, los brazos y manos descansados encima de la mesa y vamos a cerrar los ojos para abrirlos hacia nuestro interior y así poder mirar dentro de la mochila que somos cada uno/a de nosotros/as. Nuestra respiración nos va a ayudar para concentrarnos en lo que hay en nuestra mochila interior, a encontrar, entre todas las cosas que contiene, aquellos sentimientos que pueden estar en su fondo. Respiramos lo más profundamente que podamos tres veces, inspiramos por la nariz y soltamos el aire por la nariz……………… Volvemos a respirar, cogemos el aire (contando hasta cinco) y retenemos un y dos, y poco a poco, expulsamos en seis. uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis. Nuestra respiración es tranquila, muy tranquila, con cada respiración nuestro cuerpo se relaja más y más, cada vez está más relajado, más descansado. Cogemos aire por la nariz, retenemos y expulsamos el aire. Y nos sentimos cada vez más relajados y relajadas, todo es más tranquilo. Vamos a vaciarnos del aquí y el ahora. Vamos a desconectar del mundo exterior. No oímos ruidos, no tenemos preocupaciones, no pensamos en el después. Estamos centrados en el hoy, en nuestro cuerpo, en nuestra respiración. Nos hemos despojado de cualquier pensamiento que nos distraiga. Estamos relajados, nos sentimos a gusto con nosotros mismos, nada nos impide encontrarnos con nuestro ser interior. Estamos en disposición para viajar hacia nuestro interior y encontrarnos con lo que contiene nuestra mochila emocional. Ahora, vamos a rebuscar dentro de ella. Una vez que hemos despejado todo aquello que nos impide ver con los ojos del corazón, podemos mirarnos a nosotros mismos y descubrir aquellos sentimientos que han venido al cole cargados en nuestras maletas. Vamos a seleccionar, de entre el conjunto de experiencias vividas durante este tiempo del coronavirus, aquellas que han hecho que tuviésemos emociones desagradables, emociones que nos hayan podido provocar malestar. Coloquemos en el centro de nuestro corazón la emoción o las emociones que nos ha provocado esta experiencia: malestar, inseguridad, dolor, frustración, ira, pena, miedo, ahogo, culpa, impotencia… Nos tomaremos unos minutos para observar esos sentimientos que hayamos experimentado y que no nos ha gustado vivirlos. Con nuestra imaginación, vamos a enfocarlos con claridad. Dejemos tiempo para recordar esa experiencia. Intentemos focalizar el lugar de nuestro cuerpo donde sentimos esa emoción: el estómago, el pecho, la garganta, la cabeza..., cada uno de nosotros la experimentará de una manera y en un lugar particular de nuestro cuerpo. Puede que al revivir esas experiencias nos produzca malestar. Es normal, las emociones desagradables duelen. Pero recordemos que no es real, lo estamos imaginando, la experiencia no está sucediendo ahora. Por tanto, podemos aceptar ese dolor sin que nos haga daño. Lo asumimos como nuestro porque lo hemos vivido nosotros, es parte de nuestra vida, y, por eso, vamos a ser nosotros

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTcz