Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón
14 Este aislamiento/confinamiento al que nos hemos visto obligados y la necesidad de hacerlo todo a través del espacio virtual, en el que la presencia se mediatiza y donde el gesto amistoso y amoroso del beso, el abrazo y el darnos la mano desaparece, en evitación del contagio; hace que se evidencie la inhumanidad de la ausencia del contacto emocional con el otro, y ahora más que nunca lo echemos de menos. Lo cual nos debería llevar a la reflexión de que en condiciones de “normalidad” lo humano sería menos TIC y más TAC-TO (Tecnología del Amor Competente Total). Y en situación de “nueva normalidad” tendremos que buscar las maneras de hacer llegar la humanidad docente con todos sus matices emocionales a través de la pantalla, de la distancia de seguridad o de la mascarilla. 6) DE LA DISTOPÍA A LA EUTOPÍA: TENEMOS LA VACUNA Y SE LLAMA EDUCACIÓN EMOCIONAL Sufrimos y seguimos viviendo en un contexto inédito. La realidad, nunca mejor dicho, se ha impuesto a la “ciencia ficción”. Creo que todos/as hemos tenido la experiencia de estar dentro de una película (para algunos de acción, pero para muchos de terror). Tuve la tentación de hacer un recordatorio cinematográfico, pero solo su memoria me duele, así que mejor lo dejamos en puntos suspensivos… Y el “bicho biológico” vino acompañado por el “psicovirus”. Cuidado, con identificarlo con nuestras emociones. No hay virus emocionales. Nuestras emociones no son víricas ni infecciosas. En realidad, habría que entenderlas analógicamente como una respuesta psico-inmunológica de nuestra mente/cuerpo. Las emociones cuando cumplen su función adaptativa se enfrentan exitosamente al virus, pero cuando se desajustan, cuando no cumplen con su finalidad de supervivencia, se transforman en agentes dañinos/tóxicos y nuestro sistema inmune se vuelve contra nosotros, nos ataca y puede hasta destruirnos. Cuando el sistema inmune-emocional está deprimido competencialmente, es frágil, somos vulnerable; pero cuando está fortalecido tiene capacidad de resistir el ataque y con ello hacerse más fuerte (resiliente). Y aquí está la buena noticia: ya tenemos vacuna, la educación emocional. Una extensión de nuestra analogía queda aún pendiente. Si nuestras emociones son respuestas de inmunidad psicológica a un agente infeccioso que ataca a nuestra mente-cuerpo, entonces ¿qué sería el psicovirus? Dejo abierto el interrogante para que entre todos generemos respuestas creativas.
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