Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

154 El/La docente insistirá en la importancia del momento, por lo que deben estar en silencio durante el ejercicio, y dará instrucciones al alumnado con un tono de voz sosegado y pausado: Tumbados bocarriba, cerramos los ojos y respiramos tranquilamente. Ahora vemos en nuestra mente, como si la estuviéramos viviendo otra vez, la situación que hemos reflejado en nuestra tarjeta. Nos damos unos minutos para recrear a través de la imaginación cada uno de los detalles de esa experiencia: ¿Qué sucedió? ¿Dónde se desarrollaron los acontecimientos? ¿Qué personas estuvieron implicadas? ¿Cómo reaccionamos nosotros? Imaginemos que estamos en una sala de cine y que en una pantalla estamos viendo, como si fuera una película, todos los detalles que se dieron en la situación que hemos escrito en la tarjeta. A continuación, vamos a localizar en nuestro cuerpo la emoción o emociones que hemos sentido recordando ese momento. Por ejemplo, la rabia o el miedo se suele sentir en el estómago. Así que recorramos las diferentes partes de nuestro cuerpo y situemos esa emoción en algún lugar o lugares de este: ¿la frente, la cabeza, la nuca, los hombros, los brazos, las manos, la espalda, el pecho, la cintura, el estómago, las piernas, los pies…? Vamos a empezar a relajarnos y nos imaginaremos en esa situación, pero cambiaremos algunas cosas: antes de actuar como lo hicimos, vamos a respirar para autocontrolarnos y reaccionar de una manera diferente, más tranquila. Toma aire por la nariz, realiza una inspiración profunda, llenando los pulmones de abajo arriba, desde la barriga, despacio, sin esfuerzo… Recuerda: relajando el diafragma, de manera que los pulmones se llenen desde lo hondo hasta los hombros. Retén unos segundos el aire en los pulmones, de manera que notes claramente cómo ese aire te llena. Te sientes pleno y a rebosar. Ahora lo sueltas también por la nariz, espirando lentamente, muy lentamente, y alargando lo máximo posible la salida del aire, de forma que te vacíes del todo, pero sin empujar, como si fuera la hoja del árbol que cae flotando levemente a la tierra. Y observa por unos segundos ese vacío, preparándote para llenarte de aire, realizando la pausa necesaria para volver a recibir. El/La docente repetirá varias veces con los alumnos y las alumnas las indicaciones de los cuatro movimientos, para, a continuación, dejarlos en silencio, a fin de que respiren de forma autónoma sin instrucción alguna. A continuación, indicará: Notemos cómo a través de nuestra respiración hemos relajado nuestra mente para que esa emoción que experimentamos se regule. No se trata de reprimirla, todo lo contrario: cuando contemplamos las emociones como si fuésemos espectadores, pero de manera tranquila, respirando de forma relajada, somos conscientes de ellas y podemos manejarlas mejor, controlándolas y no dejando que las emociones nos controlen a nosotros.

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