Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

156 RECURSO 6.5: Emocuento para trabajar el miedo FIN 6: Ayudar a descargar la mochila afectiva del alumnado AUTORÍA: Muriel Sarda Felipe y Aitor N. Ramos Suárez RESUMEN: Como indicamos en el apartado de finalidades, si hay una emoción que ha rebosado por encima de nuestros corazones, sobre todo en el período inicial de esta crisis que seguimos viviendo, ha sido el miedo, sobre todo porque entra en su lógica funcional: si hay un peligro y encima no puedo enfrentarme a él, debo prepararme para huir, en nuestro caso, protegernos “quedándonos en casa”. Aunque se haya podido mitigar su experiencia acostumbrándonos a vivir con el temor porque el riesgo cero no existe, lo cierto es que, en lo hondo de las mochilas de muchos de nuestros/as alumnos/as seguirá sedimentado, alimentándose de la expectativa de lo que podrá venir. Es necesario, por tanto, que ayudemos a nuestro alumnado a regular esa cautela preventiva que debemos mantener hasta que resolvamos el peligro del contagio y que implica todo miedo adaptativo. Por eso, este recurso tiene como objetivo aprender a dialogar con nuestros miedos para buscar un punto de encuentro “razonable” entre su función de ayuda y su pretensión de esclavizarnos. DESARROLLO “ Marcos y el Monstruo ” - ¡Marcos, a la cama! -Gritó su madre desde la cocina. - Un ratito más por favor. - Suplicó este. - De eso nada, ya son las 11 de la noche y debes irte a dormir. Lo cierto, es que Marcos no tenía ni pizca de sueño, no por no sentirse cansado, sino porque meterse en la cama suponía quedarse solo en su habitación. Era el peor momento del día. - Marcos, por favor. Cepíllate los dientes y vete a la cama, enseguida iré a arroparte y a darte un beso de buenas noches. Más nervioso que triste, Marcos obedeció. Se dirigió al baño, se pasó el hilo dental, cogió su cepillo y echó dentífrico en sus filamentos. Comenzó a frotar con su atención puesta en cómo se libraría esa noche del monstruo que vivía en su cuarto. Entonces, fue cuando su madre llamó a la puerta del baño. - ¡Hijo, hora de irse a dormir! Marcos abrió la puerta, le dio la mano a su madre y se dirigió hacia su habitación.

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