Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

199 • Distinguía los distintos momentos o fases (cambio de tono de voz, de ritmo, de posición en la clase). • Evitaba romper la situación una vez estructurada (parar el trabajo personal o de equipo para que me escuchasen todos cuando solo alguno o unos pocos necesitaban de clarificación o ayuda). 5. Demorar las intervenciones o respuestas , introduciendo una latencia temporal entre el estímulo y la respuesta. Para ello habría que evitar dar la palabra inmediatamente al primero que la pedía o plantear indicaciones como “ el primero que levante la mano ”; sustituyéndolas por expresiones como: “ Espera un momento...”, “Un momento...”, “Vamos a darnos un tiempo más para pensarlo bien”. 6. Devolver las preguntas al grupo para evitar que el alumnado se oriente por la vía más rápida de buscar que el docente sea quien cierre la interrogación. 7. Repetir, resumir, sintetizar respuestas o intervenciones propias del docente o del alumnado, para favorecer la escucha, la comprensión y la asimilación de las aportaciones o explicaciones que se desarrollen en el contexto de clase. 8. Reiterar y darle continuidad al estímulo. Este “volver una y otra vez” a lo ejercitado persigue favorecer la memorización y consolidación de lo trabajado para evitar su olvido, a la vez que promover la conciencia del proceso de aprendizaje, con lo que se estaría desarrollando la metacognición. 9. Y, como aspecto previo a todo lo anterior, se invita al profesorado a desarrollar una actitud permanente de observación de la propia conducta docente para detectar patrones y gestos que puedan denotar impaciencia y precipitación, como mirar el reloj, tratar con descuido los objetos de la clase, etc., con el objetivo de favorecer una coherencia entre la orientación que daremos a nuestro alumnado, para que asuma el principio de la lentificación “sin prisa y con pausa” y nuestro ser y estar en clase.

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