Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

223 que respira, respira profundamente para aceptar el presente. No tienes la obligación de pensar, de anticipar o de preocuparte. Este momento es para ti. Así que inhala y acepta, (pausa), exhala y suelta el control (pausa). (Repetimos este párrafo) No hay nada que hacer, nada que pensar...solo respirar. Según vamos respirando, relaja todos tus músculos; los de tu cara, tu mandíbula, tu cuello y tus hombros, relájalos completamente. Relaja también los músculos de tu espalda, los de la parte inferior y superior. Relaja los músculos de tus brazos y tu estómago, para que tu respiración se mantenga profunda y estable, relajada y serena. Por último, relaja los músculos de tus piernas, relájalos completamente. Siente cómo todo tu cuerpo está en calma y se sume plácidamente cada vez más en la profundidad. Vas cada vez más y más hondo y siente cómo todo tu ser liviano se adentra en un hermoso estado de serenidad. Tu respiración se mantiene, suave y profunda, relajada y apacible, todos tus músculos continúan relajándose, puedes sentir la calma, déjate ir aún más profundo. Visualiza o imagina una hermosa luz, que baja hacia la parte superior de tu cabeza, ahora comienza a penetrar en tu cuerpo y comienza a esparcirse de arriba a abajo. Es una luz hermosa, poderosa y curativa, escoge el color o colores de esa luz. Esa luz poderosa va a curar cada parte herida de tu cuerpo, desalojando el malestar y la incomodidad. La luz continúa esparciéndose por todo tu cuerpo, fluye por tu cabeza y cuello, relajando y aliviando los músculos y suavizando las asperezas de nuestra garganta. La luz sigue bajando, por tus hombros y por tus brazos, aliviando todas las tensiones. Fluye ahora dentro de tu corazón, liberando la poderosa energía que está almacenada ahí y curándolo. Con cada respiración vamos aún más hondo, más profundo. La luz sigue bajando por el pecho y la espalda, llega a tu abdomen, a tus caderas e inunda sus piernas hasta llegar a tus pies. Todo tu cuerpo está rebosante de luz y te sientes ligero y tranquilo. Te puedes centrar en tu respiración y dejar que los demás sonidos, pensamientos o distracciones te ayuden a profundizar aún más a medida que se desvanecen. Ahora aprecia cómo la luz llena también el exterior de tu cuerpo, como si tuvieras alrededor un halo de luz que te protege, porque nada puede penetrar esa luz que no sea amor. (Si la meditación resulta larga, se puede parar aquí. Serían de 10 a 15 minutos. Por dar la posibilidad de hacerla como una rutina diaria en la que no hay demasiado tiempo. La siguiente parte es más profunda. Y serían de 25 a 30 minutos completa). Voy a contar hacia atrás de 5 hasta 1. Con cada número déjate llevar hacia el interior, para ir más profundo. 5, va cada vez más hondo, 4, muy muy profundo, 3, tan apacible tan calmado, 2, ya casi llegando, 1... en este estado maravilloso y relajado, visualízate bajando

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