Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

23 • Comprenderlas en su trayectoria, interrogándonos ¿de dónde vienen y a dónde van? Dialogar con ellas para así propiciar el autoconocimiento emocional. • Responsabilizándonos de nuestra experiencia emocional. Si soy yo el que siento, soy yo quien también debe asumir su responsabilidad sobre ello. No elegimos qué sentir, porque nuestras emociones no nos piden permiso, pero sí podemos decidir qué hacer con lo que sentimos y con sus consecuencias. Y esto, no solo por estar en sintonía con nosotros mismos, alguien podría decir “en paz”, aunque pueda parecer contradictorio con sufrir los efectos de nuestra guerra interior. Sino porque en el día 1, al entrar nuestro alumnado en clase, lo primero que reconocerán de su maestro/a es lo que este siente. En segundo lugar, más allá del malestar que esta experiencia consciente pueda suponer, sería conveniente que adoptásemos una actitud de cuidado hacia nosotros/as mismos/as. Se trataría de asumir nuestra alma con la misma actitud de caricia y aprecio que vamos a ejercitar con nuestro alumnado, autoaplicándonos los mismos principios, orientaciones y ejercicios que vamos a ofrecerles a ellos/as. Y, tercero, buscar la manera de anticipar cómo va a llegar nuestro alumnado, de forma que este “verlos a lo lejos” nos ayude a reducir nuestra incertidumbre. Ellos/as nos lo contarán el primer día, pero si pudiésemos buscar el medio de “enterarnos” sobre cómo han estado en el entorno familiar en el período de tiempo desde que mantuvimos el último contacto, sería un gran regalo con el que empezar a construir el primer día de cole.

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