Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

231 responsabilidad de este secreto familiar. Algún día sabrás que alguno de ellos, tiene que ser informado sobre el secreto. Ese día llevarás a tu hijo lejos de la casa, le contarás la verdad sobre la joya escondida, como yo te la estoy contando a ti. El padre besó la mejilla de su hija y siguió. Guardar un secreto consiste también en saber cuándo es el momento y quién es la persona que puede ser digna del mismo, hasta que no llegue el día de elegir debes dejar que los demás miembros de la familia, todos los demás, crean lo que quieran sobre las rocas amarillas, verdes o azules. Puedes confiar en mí papá, dijo la jovencita y se irguió para parecer mayor. Pasaron los años, el viejo campesino murió y la jovencita se hizo mujer, también tuvo sus hijos y, de entre todos ellos, hubo uno solo que supo en su momento el secreto del brillante, todos los demás creían en la suerte que traían las piedras amarillentas. Durante años y años, generación tras generación los miembros de aquella familia acumularon piedras en el jardín de la casa, se había montado allí una montaña de piedras amarillentas, una montaña a la que la familia honraba como si fuera un enorme talismán infalible. Solo un hombre o una mujer de cada generación era depositario de la verdad del diamante, todos los demás adoraban las piedras... Un día vete tú a saber por qué el secreto se perdió, quizá un padre murió súbitamente, quizá un hijo no creyó lo que le contaron, lo cierto es que desde aquel momento, hubo quienes siguieron creyendo en el valor de las piedras y hubo también quienes cuestionaron aquella tradición, pero nunca más nadie se acordó de la joya escondida... Lo aportado en este documento no son más que piedras, pero, desde mi sentida opinión, son las que están más cerca del diamante (podríamos decir que es de las primeras piedras que señalaron el lugar donde se escondió), frente a otras que están en la superficie que son más visibles, más inmediatas, y que pueden dar la impresión de urgentes, pero que no lo son, porque tapan, distraen y limitan nuestro acceso a lo verdaderamente importante. Nuestra intención ha sido ofrecer estas piedras para indicar el lugar y la dirección donde se escondería lo “esencial que es invisible a los ojos”. Espero y deseo que, desde su lectura, tengamos el sosiego necesario para sentipensar sobre lo que hemos vivido, y seamos capaces de despejar esas "piedras de diferentes colores" para que en la vuelta al cole podamos encontrarnos con la "joya escondida".

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