Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

25 Reflexionando sobre ello me surgen tres modos de presencialidad educativa: 1. La educación presencial “a distancia”: el docente que está, pero no está (en realidad es ausencia). 2. La educación presencial “en escaparate”: el docente que representa y aparenta que está (en realidad es no presencia). 3. La educación presencial “desde la PRESENCIA”: el docente que está, es y se da al otro (presencia auténtica). ¿Con cuál de estos tres modos de presencia te identificas? ¿Qué forma de presencia vas a practicar en tu vuelta al cole? El último tipo de presencialidad educativa implicaría a su vez tres sentidos relacionados con un sentirse competencialmente presente: 1. Presencia en el estar , donde la conciencia presente se vuelve centro de la experiencia del maestro/a. Se trata de una presencia en el aquí y el ahora, donde el momento se convierte en el mejor presente, el mejor regalo, para el enseñar y el aprender. 2. Presencia en el ser , en la que se hace presente la esencia del docente (pre-esencia), su identidad. Y esta conlleva el acto valeroso de abrirse a compartir con nuestro alumnado quiénes somos desde la autenticidad y la honestidad emocional, sin la necesidad del aparentar y con la mirada apreciativa amorosa del día y la noche que nos constituye. Porque nuestras “rosas” no necesitan seres perfectos “extraterrestres” a los que admirar, ni mucho menos entes que lo aparenten, sino seres humanos hechos de la misma materia prima que ellos/as. 3. Presencia en el ser-con , donde somos con el otro y por el otro, a través de la vinculación amorosa de sentirnos “sus maestros/as” y sentirlos “nuestros/as” niños/as o chicos/as. Una presencia solidaria (no solitaria), que mira (no ve) y escucha (no oye) el latir emocional de su alumnado, para, desde el empatizar, el aceptar, el validar, el acompañar y el comprometerse, ayudarles a encontrarse con su propia esencia. Porque desde nuestra presencia es como mejor podemos ayudar al alumnado a hacerse también presente, o, lo que es lo mismo, nuestra presencia traerá al aquí y el ahora a nuestro alumnado para que tome conciencia de su esencia. Y es que no descubro nada si digo que de poco sirve el mejor discurso curricular/metodológico si nuestros/as alumnos/as están ausentes, si no se sienten conectados con la persona que les ayuda a descubrir el maravilloso milagro de aprender. La clave sería trasmitirle un doble sentimiento: el primero de reciprocidad, basado en la idea de “si mi profe está conmigo, ¿cómo no voy a estar yo con el/ella?”. Convencerlos a través del testimonio de nuestra presencia en el aula por ellos/as y para ellos/as. Y el segundo de indispensabilidad, traducido en la

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