Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

29 4. ACTUALIZAR LOS VÍNCULOS “ Domestícame, dijo el zorro. ¿Qué significa domesticar? Crear lazos”. (El Principito, 82-83) Así es, somos en gran parte nuestros vínculos. Nuestra humanidad no solo se expresa en nuestra potencialidad para ser conscientes de lo que sentimos, sino también porque podemos comunicar nuestras emociones enlazándonos con otros seres sintientes y con ello influir sobre las emociones de los demás. O lo que es lo mismo, uno de los pilares de la singularidad de nuestra especie es que “sentimos que sentimos” a la que vez que podemos intencionalmente “hacer sentir” a los demás. El otro se convierte así, no solo en destinatario de nuestras experiencias emocionales sino, desde una perspectiva creativa-comunicativa, como un recurso para la transformación emocional. Por eso coincido con mi buen amigo José Mª Toro en que la buena educación tiene mucho de crear lazos y de desatar nudos. Y es aquí donde entra en juego la emoción con más potencial transformador que poseemos los seres humanos: el amor . Esa emoción que posibilita que nuestro corazón lata en una sístole y diástole afectivos para “hacerse bien” a sí mismo y “hacer el bien” vinculándose a los demás. Desde un punto de vista educativo no nos vale cualquier amor, hay que “saber amar”, o lo que es lo mismo, hay que amar de forma competente. Y es precisamente a este planteamiento competencial al que nos referimos cuando hablamos de creatividad emocional como la capacidad de establecer vínculos creativos con los demás. Por eso el Principito nos advierte desde su dolosa experiencia: “¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla ” . Porque hay que diferenciar entre amor de buena voluntad y amor competente.

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