Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

42 7. HUMANIZAR LA “NUEVA ANORMALIDAD” “ Nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte [...] un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa... ” (El Principito, 111) El regreso a la escuela estará marcado por las condiciones que establezca el concepto ambiguo de la “nueva normalidad”, pero, sobre todo, por lo que conlleva de restrictivo este eufemismo. Se limitan los aforos, las distancias, los contactos... Por tanto, lo nuevo conllevará una alta connotación de limitación. De este modo, la herida emocional de la pandemia se extenderá más allá del confinamiento y la desescalada, para penetrar en la paradójica “anormalidad” que nos separa para protegernos a través del distanciamiento social, las mascarillas y la prohibición de gestos de humanidad como el contacto, el beso o el abrazo; estableciendo la consigna de vivir nuestra emocionalidad a dos metros de distancia. El reto que se le plantea a la escuela es buscar el modo para que lo nuevo en su “no se puede” no restrinja aquello que nos define como seres humanos: el vínculo afectivo con los demás. Porque nuestras emociones son esencialmente sociales y porque sentimos en conexión con el otro, y esto es tan necesario como expresar nuestra propia emocionalidad. Es lo que ha llamado algún autor la “sed de piel”. Por eso se sabe que su déficit, si no se proponen alternativas, nos pasará factura emocional a través de manifestaciones que ya detectamos en lo cotidiano, como el aumento de la irritabilidad y de los cuadros de ansiedad o malhumor. El COVID-19 ya está obligando a sustituir esa desconexión emocional con soluciones originales. Algunas ya están estandarizadas, como chocar los codos en vez de las manos. Pero más allá de estos gestos alternativos, deberíamos ensanchar nuestra creatividad para ofrecer propuestas, en el marco del contexto escolar, que ayuden a la comunidad educativa a sentirse

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