Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón
47 • “Puedo abrazar con la boca cuando en ella se dibuja la silueta del cáliz, del cuenco de la sonrisa con el que doy de beber al otro de esa alegría que soy.” • “Puedo abrazar con los oídos cuando de verdad escucho al otro, a su ser más auténtico, a eso más grande que él y que yo y que en este instante nos abraza a los dos, cuando reconozco en quien me habla un mensajero de Dios y cuando mi manera de escuchar despierta en quien tengo delante y me habla su palabra más auténtica y hermosa.” • “Puedo abrazar con los ojos cuando mi mirada es blanda y profunda y llega entonces al centro sagrado de la persona que está ahora ante mí, cuando desde mis pupilas se proyecta hacia ella un sutil halo de luz y ternura que la ilumina y acaricia.” • “Puedo abrazar con el alma cuando siento que es la Vida quien me abraza a través del abrazo que el otro me lanza desde la distancia sin llegar a tocarme.” Antes de concluir este apartado, quisiera hacer una mención especial a la circunstancia que ocurrirá con mucha probabilidad cuando se identifique a algún alumno/a contagiado y se establezca su aislamiento domiciliario. Será importante en este caso, buscar la manera de no estigmatizar a los enfermos , sobre todo cuando vuelvan después de su recuperación. Habrá que estar muy atentos a los comportamientos del grupo de alumnado (clase y colegio) que se puedan desarrollar en la convivencia cotidiana con el/ella, sobre todo si llevan consigo cualidades despectivas y/o marginadoras. El mejor antídoto para ello es el ejercicio de la empatía (“¿cómo te sentirías tú si fueses él/ella”?) y la compasión (“¿cómo te gustaría que te tratasen si fueses tú?”). 3. Mirando el alma a través de la mascarilla “ Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. ” (El Principito, 87) La mascarilla es un complemento corporal que va a acompañarnos durante bastante tiempo porque, hasta que esta situación se resuelva con garantías, su uso será obligado si no se pueda garantizar la distancia de seguridad. Y aunque el alumnado que esté en un grupo estable de convivencia pueda prescindir de ella (aunque parece que no va a ser así), su interacción con el resto y sus tránsitos por el colegio van a demandar que se aplique de forma frecuente. Aquí el reto es complejo porque objetivamente la mascarilla roba parte del rostro, de tal modo que funciona como una especie de mordaza emocional (ya que le resta expresividad afectiva a nuestra cara) y una máscara que oculta la identidad (esconde gran parte de facciones con las que reconocernos al otro). Por tanto, ¿cómo hacer para ayudar a nuestro alumnado a mirar a los demás a través de la mascarilla y a dejarse ver a pesar de ese antifaz sanitario?
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