Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

48 Los gestos de nuestra cara, se sabe por la neurociencia, no solo son una puerta de entrada al conocimiento de nuestro interior sentipensante, sino también una manera de actuar sobre él. Dada la estrecha relación entre las tensiones faciales y los estados emocionales, podemos modular lo que sentimos actuando voluntariamente sobre nuestra expresión facial. Mi propuesta es que utilicemos la mirada recíproca como la herramienta que hará trasparente la mascarilla, o, lo que es lo mismo, que aprendamos a mirar la mirada del otro a través de la mascarilla. La sabiduría popular habla de “los ojos como el espejo del alma” porque reflejan nuestro íntimo interior, como también está la expresión “hay miradas que matan” o el “mal de ojos”, un simbolismo en su versión de la mitología actual del mutante cíclope. Pues aquí, a la inversa, se trata de cómo mirar para dar vida y querer al otro a través de la mirada. Mirar a los ojos es un acto de profundidad en la escucha y de trasparencia en la apertura, de confianza y complicidad en la relación interpersonal y de toma de conciencia y valoración de la presencia de tu interlocutor/a. Se trata de un te veo, te miro y me importas. ¿Cómo ayudar, a pesar de la mascarilla, a establecer esta conexión a través de la mirada? Por un lado, el llevarla puesta resaltará perceptivamente la mirada, lo que nos ayudará a focalizar nuestra concentración sobre ese elemento de la cara. Por otro, podemos ayudarnos de la expresividad de los ojos para inferir lo restante del gesto facial, sobre todo si la consigna es: sonríe. De este modo, la propuesta que hacemos es que nos entrenemos en este “mirar a través de la mascarilla” utilizando la sonrisa de los ojos. Con ello, además de facilitarnos la tarea por la evidente y explícita forma de la cara alegre, la torna más motivante y sana desde el punto de vista emocional. Cuando sonreímos a otra persona le estamos diciendo “estoy contento por estar contigo”, con todo el poder transformador que tiene la alegría. Aunque pueda limitar en esta expresión la ausencia de los músculos de la boca y los labios, esto se ve compensado por la profundidad y sinceridad del sonreír de los músculos orbiculares. La amplitud de la sonrisa que se asoma por encima de la mascarilla será el puente que nos conecte en el sentir común, de modo que en esa complicidad de miradas nos trasparentamos y trascendamos de los límites impuestos por la distancia de seguridad sanitaria. 4. Lentificando para tomar conciencia “ Si tuviera 53 minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente .” (El Principito, 91) Reconozco que de los pocos aspectos positivos que ha conllevado esta crisis, el más relevante ha sido que hemos tenido que parar casi en seco para darnos cuenta del ritmo acelerado al que nos somete la sociedad de la prisa y del “lo quiero ahora”.

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