Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

50 encontramos. Asegurar, por parte del docente, el mensaje de afecto y pertenencia requiere un tiempo para que sea percibido por su destinatario. Por eso, la prisa no es buena consejera para asegurar un acompañar afectivo y efectivo a la infancia, y menos en circunstancias tan especiales como las que estamos viviendo. Si bien nuestro cerebro emocional mamífero está diseñado con un modelo de procesamiento rápido (sistema límbico), hay que tomar en cuenta que nuestra condición de neomamíferos nos posibilita otra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con la realidad a través de un procesamiento lento (corteza cerebral). Por eso, la utilización del “mindfulness” como herramienta de toma de conciencia y focalización en el aquí y el ahora, podría ayudarnos a provocar este pararnos sobre nosotros mismos, de modo que la lentitud nos atrape a la hora de enseñar y aprender. Le gusta insistir a José Mª Toro en esta filosofía, cambiando uno de los términos de la frase “sin prisa y con pausa”, por tanto, lentificar, a lo que hay que añadir, pausar. Es precisamente la pausa, entre la inspiración y la espiración, lo que al respirar ayuda a la toma de conciencia emocional y a la regulación de los estados afectivos desajustados. Pero no solo como recurso para la gestión emocional, sino como hábito consciente de descanso para provocar alivio y bienestar, que contrarreste la ansiedad, el estrés y, en demasiados casos, la enfermedad a la que nos somete la dictadura de la inmediatez. Este dejar de hacer que impone el “de- tenerse” nos ofrece un espacio seguro para “tenernos” a nosotros mismos y con ello darle sentidos alternativos a nuestra existencia. Los puntos STOP que propone José Mª Toro y que ejemplificaremos en el apartado de orientaciones, podría ser un interesante recurso para practicar “detenernos para tenernos”. 5. Realizando rituales Los ritos son necesarios. ¿Qué es un rito? [...] Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días...” (El Principito, 87) “ Fue así como el principito domesticó al zorro ”. Es a través de los rituales como nos “domesticamos”, nos hacemos del hogar, transformando lo extraño en conocido para vincularnos en la proximidad emocional con el/lo otro. Por establecer una secuencia explicativa habría que definir tres elementos: las rutinas, los ritos y los rituales. Las rutinas son acciones constituidas por una serie de pasos secuenciales con una lógica determinada. Los ritos son la repetición cotidiana de esas rutinas. Y el ritual es la toma de conciencia del sentido de esos ritos y de sus finalidades (por qué y para qué).

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