Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

54 áreas curriculares. En este sentido lo emocional y lo creativo se constituye como la “médula espinal” en la que se “engancha” el resto de áreas del currículo, porque partimos de la idea de que si lo central en nuestras vidas, como seres humanos, es la emocionalidad consciente y compartida, lo coherente es que en nuestros aprendizajes también se siga este mismo principio. El segundo gran recurso que tenemos para extender, más allá de la urgencia de lo inmediato, el tratamiento de lo emocional es reforzar la colaboración con las familias . Una de las enseñanzas que debemos extraer del período de confinamiento es que los padres y las madres no pueden ni deben asumir la labor docente en cuestiones académicas. Pero lo que sí podrían asumir es el papel de colaboradores en el entrenamiento de competencias emocionales de sus hijos/as, y, en general, de las llamadas habilidades blandas, como pueden ser todas las capacidades ejecutivas, el pensamiento crítico, el pensamiento creativo o el aprendizaje cooperativo tan necesarios en los últimos tiempos. Esto puede tener un efecto colateral positivo sobre la propia familia. Cuando los padres y madres “juegan” a hacer educación emocional con sus hijo/as, ellos/as también se ven afectados por ese bienestar. Porque se sabe que la mejor manera de aprender algo es enseñárselo a alguien.

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