Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

92 continuarán caminando por el aula hasta que vuelvan a ver a otro compañero distinto al anterior con la mano levantada. En esta segunda ocasión, el alumnado deberá contar a su compañero o compañera el punto número 1 de su diario, es decir, cómo se sintieron al conocer la noticia de que debíamos estar confinados en casa. Realizaremos el mismo proceso con cada una de las fases del diario emocional, intentando no repetir con la misma pareja. Una vez compartido todas las fases, a modo de conclusión, nos reuniremos en un gran círculo, sentado de la manera que estén más cómodos/as y les contaremos la siguiente historia: Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar. Una de ellas dijo en voz alta: – “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”. Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: – “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”. Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente. Cuento: Las ranitas en la nata, del libro, Déjame que te cuente, de Jorge Bucay Le preguntaremos al alumnado qué les ha parecido la historia, y les invitaremos a que saquen una moraleja-enseñanza respecto a lo que hemos vivido durante estos meses y lo que hemos recogido en nuestro diario emocional, de modo que, entre todos/as nos ayudemos a buscar aspectos de la experiencia que nos ayuden a mejorar como personas.

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