Guía emocreativa para la vuelta al cole desde el corazón

96 4. Dedícales tiempo desde la presencia. Los pequeños detalles cuentan, y el tiempo del buen ser y estar es uno de ellos, aunque aparentemente no lo valoren. Cinco minutos en el aquí y en el ahora, en el que tu esencia está presente para ayudarles en lo que necesiten (contemplado o no en el contexto escolar) marcará la diferencia con la presencialidad distante. 5. Valora la presencia del alumnado dentro del aula. Cada uno de ellos/as son únicos e irremplazables y, por lo tanto, su ausencia física o anímica será perceptible tanto para nosotros como para sus compañeros/as. Ese darnos cuenta del “estar – no estar” del alumnado hará que se sienta valorado y respetado por su profesor/a, un indicador de que “nos importan”. 6. Escucha y respeta la experiencia emocional del alumnado. Si un/a alumno/a se abre emocionalmente a nosotros, ya sea de manera implícita o explicita, es porque poco a poco hemos sabido excavar en la dirección correcta para que nos perciba “dignos de su confianza”. En este caso, le haremos saber que tiene derecho a sentir lo que siente y que estaremos a su lado para acompañarlo en su sentir emocional. 7. Expresar la alegría. Esta emoción tiene como función principal la afiliación y el bienestar personal, lo que conlleva a la predisposición de conocer mejor a las personas, mantener una buena armonía, hacer cosas por complacer a los demás, así como resolver las posibles diferencias que podamos tener con algún alumno/a en concreto. En general, los/as alumnos/a suelen valorar de manera muy positiva la personalidad alegre de los docentes, y es que las emociones son contagiosas y el alumnado, cuando se trata de emociones, tiene el sentido del olfato bien agudizado. 8. Indaga sobre sus gustos e intereses. Saca la lupa y la libretita, toca ponerse el traje de detective. ¡Te sorprenderás de las muchas cosas en común que tienes con ellos/as! Esto nos facilitará mucho el camino para preparar una clase que, desde el punto de vista del alumnado, sea divertida para ellos/a o simplemente para enganchar a aquel/la alumno/a que se encuentra en otro nivel. Y es que, ¿cuántas veces le habremos dado vueltas a la cabeza pensando en cómo preparar una clase más amena para ellos y al final no le han prestado atención alguna? Aunque el alumnado suela tener unos intereses similares en función de la etapa madurativa en la que se encuentren, nos podemos topar con que justo nuestro grupo de clase no va con la norma. Por tanto, conocer los gustos e intereses nos ayudará no solo para vincularnos con nuestros/as alumnos/as sino también para aumentar la motivación en cuanto al proceso de enseñanza – aprendizaje. A mayor motivación y participación, mayor compromiso con el docente y con el centro educativo. 9. Seguridad. Como sabemos, detrás de un comportamiento inhibido o agresivo del alumnado se esconde una realidad muy dura fuera del contexto escolar. Es por ello por lo que debemos centrar nuestro foco de atención en el pequeño rayito de luz que vemos en la oscuridad que

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