10 de detalle con el que has descrito tu deseo, precises ahora qué ocurrirá en tu vida cuando te sea concedido. ¿Qué efectos tendrá sobre tu persona y sobre los próximos? ¿Qué consecuencias provocará en los diferentes ámbitos de tu cotidianidad: familiar, laboral, comunitaria…? ¿Cómo te visualizaras a ti mismo experimentando gozosamente los beneficios de disfrutar de la consecución de tu deseo? Solo cuando le aportes plenas garantías de que su magia va a producir los efectos deseados, pasará a plantearte la siguiente condición. ¿Y cuál será la tercera? Pues la cosa se complica, porque te planteará la última condición solo si cumples las dos anteriores. ¿Te atreves? Imaginemos que sí, pues aquí va el requerimiento definitivo. El genio establece que con la misma minuciosidad con la que has precisado tu deseo, y le has dado garantías personales de tu felicidad una vez concedido, con ese mismo nivel de detalle debes aportar ahora qué harías por ti mismo para conseguir ese deseo, cuáles serán las acciones y medios que utilizarás para alcanzar la meta. Cuando lo especifiques, te dará plena seguridad de que su poder materializará tu solicitud. El libro que has adquirido es un manual para transformar lo improbable en posible, una especie de lámpara del genio para cumplir deseos. En mi caso el sueño fue hacer realidad la escuela del corazón. Y la enseñanza que el genio me regaló se resume en «NO TE HAGO FALTA». Porque si tenemos claro cuál es nuestro deseo y podemos precisarlo al más mínimo detalle, si nos visualizamos llegando a la meta y experimentando los beneficios de alcanzarla, y además somos capaces de concretar operativamente cómo conseguirlo, entonces… Hazlo. ¿Y en qué consiste el deseo concedido? ¿Qué es la escuela del corazón? Como hemos querido representar en el título del libro (EducaEMOción), se trata de poner las emociones en el centro de la educación escolar. Claro que las emociones siempre han estado dentro de la clase. Para mejor o para peor, los sentimientos han afectado a lo que ocurre en el aula, pero no han sido sino incidentes, sucesos y hasta accidentes con poco o ningún valor educativo; que, como diría mi buen amigo José María Toro, es característico de «una escuela anoréxica de emoción y bulímica de burocracia y activismo» (Toro, 2014).
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