EducaEMOción

12 cido formalmente y terminará inundando el resto del currículo. Y el río afectivo de todos esos escolares aprendiendo a emocionarse terminará desembocando en sus familias, y las hará partícipes de esa alimentación afectiva tan nutritiva. Y aún más, el corazón afectivo de cada alumno y alumna se sincronizará con los latidos de su maestro o maestra, de forma que, a modo de transfusión emocional, el docente terminará mejorando como persona y perfeccionando su forma de amar educativamente a su alumnado. Este libro es un relato confirmatorio de esta esperanza activa, que comenzará su trayecto, en el capítulo 1, con los testimonios directos de los viajeros, esos locos bajitos que diría el cantautor, que transitaron por los entresijos y recovecos de su corazón emocional y creativo. Quisimos indagar sobre sus vivencias en el área Educación Emocional y para la Creatividad (EMOCREA), y nos pusimos a la escucha de sus relatos personales, siendo este el punto de partida de lo que definimos en ese apartado como la necesaria revolución de la presencia educativa. El capítulo 2 es un recordatorio argumental en el que se aportan distintos tipos de razones que justifican la incorporación curricular de la educación emocional. No le quito ningún valor a este apartado, aun siendo de carácter teórico, porque gracias a estos argumentos se pudo persuadir a los responsables políticos para que decidieran implantar una asignatura en el currículo oficial en la que se aprendiese a ser competente emocionalmente. Pero sí, lo relativizo, porque las principales razones se encuentran en cada docente cuando asume de forma comprometida el hacer efectivo ese currículo en el quehacer cotidiano de su aula. Ahí está el reto para que se haga realidad este sueño de la escuela del corazón: pasar del argumento al sentimiento.

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