18 con la barriga, y sigue la curva pegando la tela a su cuerpo. Resopla. Intenta meter tripa, pero lo único que consigue es que las costillas salgan más y su cuerpo se deforme. Suelta el aire de golpe, con casi un gemido. Hasta hace relativamente poco, su aspecto nunca había sido nada que le preocupara en absoluto. Pero, desde que conoció a Anna en clase y ella entró en su vida con aquella sonrisa que lo ilumina todo, se sorprendió a sí misma mirándola y se dio cuenta de que le gustaba mucho. Su cuerpo, sus gestos, todo lo que ella refleja. A partir de ese momento, su propia autoestima había caído en picado y sin paracaídas. Se había estampado contra una roca, aplastada, y ya no había quien recogiera los pedazos. Lo había intentado todo, como apuntarse al gimnasio de su urbanización (desde la última Ley de Actividad Física, todas las urbanizaciones cuentan con un gimnasio gratuito para sus habitantes, que suele estar bastante lleno), pero cada vez que iba sentía como que no encajaba allí. Parecía que todo el mundo la miraba y la observaba con ojos acusadores.
RkJQdWJsaXNoZXIy