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14 Heimpi se llamaba en realidad fraulein Hempel, y había cuidado de Anna y de su hermano Max desde que nacieron. Ahora que ya eran mayores se ocupaba de las tareas de la casa mientras ellos estaban en el colegio, pero le gustaba mimarlos cuando volvían. —Vamos a quitarte todo esto —dijo, desenrollando la bufanda—. Pareces un paquete mal atado. Mientras Heimpi le quitaba cosas de encima, Anna oyó que en el cuarto de estar sonaba el piano. De modo que mamá estaba en casa. —¿Seguro que no traes los pies mojados? —preguntó Heimpi—. Entonces, date prisa y ve a lavarte las manos. Ya casi está lista la comida. Anna subió la escalera alfombrada. Entraba el sol por la ventana, y afuera, en el jardín, se veían todavía algunas manchas de nieve. De la cocina subía olor a pollo. Daba gusto volver a casa del colegio. Cuando abrió la puerta del cuarto de baño hubo un revuelo dentro, y Anna se encontró frente a su hermano Max, que bajo su pelo rubio tenía la cara colorada como un tomate y escondía algo tras de sí.

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