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13 —Ojalá mi padre fuera famoso —dijo Elsbeth—. Pero no creo que llegue a serlo nunca, porque trabaja en Correos, y no es el tipo de cosa que le hace a uno famoso. —Si tu padre no llega a ser famoso, a lo me- jor tú sí. Una de las pegas de tener un padre famoso es que casi nunca llega a serlo uno mismo. —¿Por qué no? —No sé. Pero casi nunca se oye de una misma familia donde haya habido dos personas famosas. Eso me pone triste a veces. Y Anna suspiró. Estaban ya junto a la verja pintada de blanco de la casa de Anna. Elsbeth intentaba febrilmente pensar en algo por lo que ella pudiera ser famosa, cuando Heimpi, que las había visto por la ventana, abrió la puerta de entrada. —¡Dios mío! —exclamó Elsbeth—, ¡hoy llego tarde a comer! Y salió corriendo calle arriba. —Tú y esa Elsbeth —gruñó Heimpi mientras Anna se metía en casa—. ¡Se os va a caer la lengua de tanto moverla!

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